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ELECCIONES 12-J

González y Aznar se juegan mañana su futuro

La incertidumbre se apodera del PP en la misma proporción que crece el optimismo del PSOE

Algo fundamental, más allá de la ideología, separa a Felípe González de José María Aznar en esta jornada de reflexión, víspera de las elecciones europeas y andaluzas: la perspectiva desde la que ambos contemplan la sanción de las urnas. Mientras el presidente del Gobierno pretende sobrevivir al 12-J con la vista puesta en el mágico segundo semestre de 1995 (España presidirá la Unión Europea y la economía se habrá recuperado), el líder del Partido Popular desea transformar su augurado avance en réditos políticos inmediatos. La campaña electoral concluyó ayer con una paradoja: el optimismo desplegado por la oposición al inicio de la campaña se enfría en la misma proporción que crecen, para su propia perplejidad, las esperanzas del PSOE.

La elegancia ha brillado por su ausencia a lo largo de las dos semanas de campaña, plagadas de acusaciones, epítetos y descalificaciones. Los populares se han cebado en la corrupción y la crisis económica, entendidas ambas como culpas socialistas, y el PSOE ha hurgado descaradamente en el franquismo, pecado original de la derecha.El voto de la izquierda, de "los socialistas honrados" en palabras del PP, ha sido cortejado por todos. Los nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (CIU), si bien han marcado distancias con el partido gubernamental, en ningún momento han sembrado dudas sobre el futuro de su apoyo parlamentario al PSOE. Tan sólo un "descalabro" socialista de grandes proporciones les podría llevar, como ha recalcado Jordi Pujol, a admitir una disolución de las Cortes.

Izquierda Unida que, según todas las encuestas, experimentará un considerable aumento de escaños en ambos parlamentos, teme volver a ser, como ya ocurrió hace un año en las elecciones generales, la gran sacrificada. Si así ocurre, ello querrá decir que los estrategas del PSOE le han ganado la partida a los del PP y los socialistas habrán conseguido algo que consideraban impensable al inicio de la campaña: movilizar a sus votantes más críticos y convencerles, no sólo de que vayan a votar, sino de que no les castiguen aupando a los candidatos de Julio Anguita.

Cambio de mensaje

El PSOE, que en todo momento había negado que los comicios europeos merecieran una lectura nacional, ha cambiado radicalmente el mensaje en los últimos días en la esperanza de reducir una abstención que siempre favorecerá al PP. Aznar, cuyo futuro político pende en gran parte de su capacidad para conseguir que los socialistas sufran mañana su primera gran derrota, está recogiendo velas.

Los resultados que arrojen las urnas podrían muy bien ser interpretados como una victoria por los dos grandes partidos. Al PP le basta con superar en votos a los socialistas; ello ya significaría un avance espectacular respecto a las elecciones europeas de hace cinco años. El PSOE se daría con un canto en los dientes si la diferencia no supera los cinco puntos. Después de todo, argumentan los socialistas, la naturaleza de las elecciones conlleva tradicionalmente un voto de castigo para el partido en el poder. Concretamente, en las elecciones europeas de 1989, el PSOE obtuvo un 39,7% de los votos, es decir, 4,7 puntos menos que en las generales de 1986.

Ocurra lo que ocurra mañana, algo es, sin embargo, indudable: las elecciones darán al PP un mayor peso específico. Y los socialistas, como ayer les recordó Rodrigo Rato, tendrán que tenerle mucho más en cuenta.

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