Asesinados en Ruanda el arzobispo católico de Kigali, 2 obispos, 20 sacerdotes y 63 civiles
La efusión de sangre no cesa en Ruanda. A los centenares de miles de muertos de los pasados dos meses se suman las víctimas de dos nuevas matanzas. Ayer se supo que el arzobispo católico de la capital, Vincent Nsengiyumba; 2 obispos, 22 sacerdotes y otros 63 civiles fueron asesinados en dos matanzas cometidas en Kigali y en la vecina Gitarama. En Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU consiguió por fin salir de su marasmo y, dos meses después de que se iniciaran las matanzas, otorgó la aprobación final para el despliegue de 5.500 hombres.
Kabgayi se ha convertido en el improvisado hogar de centenares de civiles malnutridos y enfermos que han estado viviendo en zonas ocupadas por las tropas del Gobierno durante los últimos dos meses. Tal como muestran sus heridas, muchos son supervivientes de los ataques de las milicias armadas por el Ejército, otros representan la prueba viviente de las atrocidades cometidas por el FPR. Unas atrocidade que ayer, por segunda vez, fueron severamente condenadas por el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, que hasta ahora ha venido respaldando a los rebeldes tutsis.Fuentes de la ONU en la capital de Ruanda confirmaron ayer que nueve sacerdotes y 63 civiles fueron asesinados en una zona controlada por el Ejército gubernamental hutu. Por su parte, la radio del Frente Patriótico Ruandés (FPR), que controla dos tercios del país, admitió que sus propias fuerzas habían dado muerte a 13 religiosos, entre ellos el arzobispo de Kigali; el presidente de la conferencia episcopal de Ruanda, Thaddee Nsengiyumba, y el obispo de Byumba, Joseph Ruzindana. El papa Juan Pablo Il expresó ayer su "profunda consternación" por el asesinato de los religiosos y pidió a la comunidad internacional que haga lo posible para frenar el derramamiento de sangre en esta "nación mártir".
Por primera vez desde el reinicio de las hostilidades entre el FPR y el Ejército gubernamental, los rebeldes reconocieron que sus combatientes habían tomado parte en matanzas. El arzobispo de Kigali, dos obispos y diez sacerdotes estaban "bajo protección" de ocho combatientes del FPR, la guerrilla integrada en su mayor parte por miembros de la minoritaria etnia tutsi. El jefe político del Frente Patriótico, el coronel Frank Mugambage, anunció ayer "la triste noticia". Al parecer, cuatro de los guerrilleros encargados de la custodia de los religiosos pensaron que éstos estaban implicados en la muerte de sus parientes.
El portavoz militar de las Naciones Unidas en Kigali, el mayor Jean-Guy Plante, declaró que las nuevas matanzas demuestran la necesidad del urgente despliegue de tropas de paz. La fuerza estará integrada por soldados aportados por Ghana., Senegal, Zimbabue, Etiopía y Túnez, además de un pequeño contingente de comunicaciones aportado por Canadá. Nigeria, Congo y Mali han prometido las unidades necesarias para formar un batallón. La actual misión de las Naciones Unidas quedó desbordada tras el asesinato, el pasado 6 de abril, del presidente Juvenal Habyarimana.Zonas seguras
La resolución ratificada ayer por el Consejo de Seguridad prorroga hasta el 9 de diciembre próximo e'l actual mandato de las tropas de la ONU y autoriza a las tropas de pacificación a proteger a los civiles en Ruanda, pero no a detener los combates. El nuevo mandato, aprobado por unanimidad, prevé el establecimiento de zonas seguras, además de garantizar la distribución de la ayuda humanitaria y mediar entre las partes para conseguir un alto el fuego. El representante de la República Checa ante el Consejo, Karel Kovanda, calificó las matanzas en Ruanda de "holocausto".
A pesar de la resolución adoptada por fin ayer, la operación es extremadamente reducida en cuanto a equipamiento y soporte logístico. El despligue no podrá ser llevado a la práctica hasta dentro de tres semanas. "Ningún Gobierno podría funcionar de la forma en que nosotros lo hacemos", declaró ayer Iqbal Riza, el vicejefe de la operación de paz. The Independent / EL PAÍS
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