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Un procesado por el asesinato de Lucrecia Pérez desmonta la coartada de sus compañeros

Javier Quílez Martínez, uno de los procesados por el asesinato a tiros de la dominicana Lucrecia Pérez, echó ayer por tierra la coartada de sus tres compañeros de banquíllo. Tras ser sometido a un duro inte rrogatorio por el fiscal, el joven acabó aceptando que "alguien" habló de que en la discoteca Four Roses de Aravaca se reunían "ciudadanos dominicanos"; que él sabía que este local estaba en ruinas; que él pretendía ir allí para hacer "una gamberra da", y que él fue quien pegó una patada a la puerta de la habitación donde Lucrecia y sus compañeros se disponían a cenar y a dormir. Después, Quílez se negó a contestar más preguntas, incluyendo las de su propio abogado.

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Javier Quílez empezó relatando que la tarde del 13 de noviembre de 1992 se reunió con unos amigos en la plaza de los Cubos, de Madrid. Comentó con el grupo los incidentes ocurridos unos días antes en Aravaca entre inmigrantes dominicanos y la Policía Municipal, añadiendo "alguien" que estas personas solían reunirse en la discoteca Four Roses, lo que motivó que uno de ellos sugiriese "ir a tomar unas cañas por allí". Según el declarante, en esta conversación no estaban presentes ni el guardia civil Luis Merino, ni Felipe Carlos Martín Bravo ni Víctor Flores Reviejo (acusados por el crimen).Quílez subió al coche conducido por Merino y, a tenor de lo que manifestó ayer, él era el único que tenía claro que se dirigían a Four Roses a "hacer una gamberrada", como, por ejemplo, tirar piedras contra los cristales. Así comenzó a desmontar la versión facilitada anteriormente por sus acompañantes: Martín Bravo dijo el martes que pretendían ir en busca de chicas de alterne, mientras que Flores suavizó sus intenciones declarando ayer mismo que iban de marcha discotequera. Total: que eran cuatro y cada uno llevaba una plan diferente en la cabeza" a pesar de estar embarcados en el mismo coche.

El procesado también iluminó otra cuestión sobre la que sus compañeros habían dicho no saber absolutamente nada. Reconoció que fue él quien propinó una patada a la desvencijada puerta de la habitación donde estaban Lucrecia y sus compatriotas. "Lo hice con intención de abrirla. Entonces salió un hombre alto, fuerte, con bigote, diciendo: 'qué pasa, qué pasa...'. Nada más salir él, se apagó la luz", dijo. El declarante agregó que se asustó, salió corriendo y a su espalda escuchó un fogonazo, pero no pudo precisar quién efectuó tales detonaciones.Pacto de silencioQuílez confirmó lo dicho por los demás procesados respecto a que, inmediatamente después del incidente, el guardia civil Merino advirtió a los demás que no dijeran a nadie ni una palabra de lo sucedido.

Trató de explicar sus múltiples contradicciones con lo que tiene declarado en el sumario, alegando que hizo suyas e integró como verdaderas las cosas que le contó tras su detención la Guardia Civil y al hecho de que ésta le interrogase irregularmente en varias ocasiones sin la presencia de su abogado.

Negó, igual que Víctor Flores Reviejo, el Oxidao, su pertenencia o afinidad ideológica con grupos ultras, nazis o de cabezas rapadas. Pero éste, en cambio, declaró ayer por la mañana que el grupo fue a Aravaca para seguir de marcha.

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A Flores no le llamó la atención ir buscando juerga y acabar la noche en una ruinosa discoteca oscura y sin clientela. Tales detalles no le extrañaron y siguió a sus tres amigos por un tenebroso pasadizo hasta que encontraron una puerta por la que se filtraba una débil luz. Detrás de la puerta estaban Lucrecia Pérez y otros dominicanos, pero ayer aseguró que no se enteró de nada de lo sucedido hasta leerlo en la prensa.

El Oxidao, apodado así por su cabello cobrizo, describió de esta forma el momento del incidente que acabó con la vida de Lucrecia: "Oí ruido de cadenas, como si estuvieran enganchadas a la puerta de la que salía la luz. De repente, la puerta se abrió hacia fuera. Hubo sólo unos segundos de luz. Fue como el flash de una foto". Pero yo no pude ver nada porque no tenía ángulo.

Flores negó haberse sumado a ninguna confabulación para ir a dar "un susto a unos negros". Negó ir provisto de un cuchillo durante su visita a Four Roses. Y negó saber que Luis Merino fuese guardia civil y que portara su pistola Star.

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