Angustia veterinaria

En referencia al artículo Angustia canina, publicado en su periódico el día 5 de mayo, queremos aclarar ciertas afirmaciones. En primer lugar, no hay 800 perros, ni siquiera llegan a 200, y el censo está casi terminado. Somos un grupo de estudiantes y licenciados en Veterinaria que cada sábado acudimos al albergue a prestar nuestra ayuda. Nadie más que nosotros quiere que las condiciones no sean vergonzosas, pero más vergonzoso es que la gente abandone a sus perros, y que después lo cargue contra los albergues: eso no se debería permitir. Es inevitable que ciertas cosas, como los excrementos y garrapatas, estén presentes, porque con la colaboración que hay no se puede hacer más. También es vergonzoso que, en vez de ofrecer ayuda para mejorar (lo más natural que se podía hacer), sólo se pongan pegas y trabas. El agua escasea, pero los perros no se mueren de sed. El recinto se quiere acondicionar, pero el dinero no sale de debajo de las piedras y ningún perro supone un peligro para un arroyo ya de por sí contaminado. Los perros enfermos se separan de los sanos y se les da tratamiento dentro de lo que se pueda. Las hembras se esterilizan para evitar que aumenten la población. Los objetores se fueron porque no prestaban ningún servicio, a no ser el de pasearse para entretener a los perros. Nuestra situación no es muy esperanzada, pero queremos creer que existen personas con amor hacia su entorno. Representante de Asociación para la Colaboración con Actividades Veterinarias (ACAV).