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Alemania margina a España en sus planes para la presidencia de la Unión Europea

Lluís Bassets

Alemania no cuenta con España en la organización de su presidencia semestral del Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE) que empieza. el 1 de julio, según han indicado fuentes diplomáticas. No habrá oferta de Bonn para coordinar la serie de presidencias entre Alemania, Francia y España, como se pretendía desde Madrid. La excusa es que las presidencias de Bonn y Madrid no se hallan concatenadas, pero la realidad es que se ha producido un enorme distanciamiento entre los Gobiernos de ambos países.

La mayor expresión de esta lejanía política han sido las incomprensiones y la irritación de Bonn por los recelos españoles ante la ampliación de la UE que abrió las puertas a Austria, Suecia, Finlandia y Noruega.El Gobierno de Kohl desea coordinarse estrechamente con París, según han asegurado en múltiples ocasiones los diplomáticos alemanes, que quieren recuperar el buen funcionamiento del clásico eje franco-germano. No hay en cambio el menor interés hacia el Gobierno de Felipe González, cuyas preocupaciones se hallan cada vez más lejos de lo que inquieta a los alemanes.

El Gobierno español albergaba la esperanza de obtener una coordinación entre las tres presidencias consecutivas (Alemania, Francia y España) para dar un nuevo impulso a la construcción europea, encarar la reforma institucional de 1996 y sacar un poco de brillo a la presencia española en la UE. El compromiso de Ioanina, en el que el Reino Unido y España obtuvieron una excepción al sistema de votación por mayoría cualificada en el Consejo de Ministros, terminó con la paciencia de los alemanes, que observan a sus colegas españoles como a unos socios incordiantes y pedigüeños.

Apertura a Europa oriental

El Ejecutivo español ha podido comprobar con preocupación que Alemania sólo mira hacia los países de Europa oriental y central y que han quedado totalmente superados los tiempos en que el Gobierno de centro-derecha de Bonn apadrinaba a sus amigos socialistas de Madrid. Alemania se halla ahora en el momento de mayor distanciamiento de las preocupaciones españolas. Quiere abrir las puertas comerciales a todo el Este, dirigir hacia estos países el grueso de la ayuda comunitaria para regiones pobres e integrarlos en la propia Unión lo más rápido posible.

España tiene reticencias ante la apertura comercial excesiva, teme por el futuro de los fondos estructurales y se ha labrado una imagen de país resistente a las ampliaciones de la Unión. Además, Bonn se preocupa preferentemente por la estabilidad monetaria, mientras que la principal obsesión española es el paro.

En concreto, la presidencia alemana quiere dar un impulso decisivo a la ampliación de la UE hacia el Este mediante la creación de una etapa intermedia que asocie estrechamente al grupo de países de Visegrad (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) y quizás incluso a algún otro país (Eslovenia) con la Unión. Se trataría de que crearan entre ellos una especie de Asociación de Libre Comercio que a su vez se asociara inmediatamente con la Unión Europea en una "asociación de asociaciones". Dicha asociación obtendría también de la UE ayudas regionales al desarrollo de los países del Este.

La reciente preocupación alemana por el Mediterráneo se debe únicamente a sus deseos de reforzar la cooperación bilateral con Francia, que lleva a aceptar las prioridades del sur en la medida en que París se suma a las preferencias, de momento mucho más destacadas, hacia el Norte y el Este del continente. En nada se tienen en cuenta los intereses españoles.

Un capítulo aparte es el que se refiere a la Unión Económica y Monetaria, en la que hasta hace unos meses parecía existir un vivo deseo alemán de que España consiguiera pegarse a la marcha hacia la moneda única. La culminación de las negociaciones de adhesión y una leve mejoría en las perspectivas de la UEM pueden poner en duda la voluntad alemana hacia España.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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