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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mayo de Carnaval

A propósito del artículo de Enrique Gil Calvo Mayo de Carnaval (publicado el pasado 15 de mayo), del cual admiro el gran acierto para plantear esta interpretación de una época y sus consecuencias, quiero también revolver un poco este asunto desde la dimensión comprometida o descomprometida (según se mire) de ser un joven actual.Primero, para dar una idea a quien no haya tenido la oportunidad de leerlo voy a recoger algunas de sus expresiones literalmente. Según este artículo, nuestros padres del 68 hicieron una "mascarada de Carnaval", "una impostora superchería", cuyo resultado ha sido "la perversión y transgresión institucional", efecto contraproducente de este proceso histórico que nos da como legado a nosotros el ser "perfectos parásitos racionales", ineptos para asumir responsabilidad alguna. Hasta aquí va esa radical innovación teórica y el escepticismo que creo que transmite; a partir de aquí, mi visión personal de esta mascarada en cuyo teatro creo que seguimos inmersos.

Los sujetos somos actores y parte del ensayo de nuestros mayores fue reivindicar. un cambio y así representaron el desfile en el teatro del 68, lo mejor que pudieron y supieron; pero el teatro es complejo, dificil de manejar todo el escenario y su estructura se impone a veces sobre el sujeto, es dificil también saber cómo quedará finalmente organizado el argumento de la obra.

Nunca puede verse, esta obra como totalmente fracasada, hay que confiar en una cierta utopía, la que expresan algunos de sus protagonistas, aunque sólo sea inicialmente; el teatro puede retomar las escenas primeras y recrearlas, recomponerlas. Así, los jóvenes, conocedores de esta corrupción que nos envuelve, conscientes de que la obra tiene que seguir realizándose por otros cauces, ¡seguimos actuando!, sí, incrédulamente. quizá, sí, masificados también, sí, con una responsabilidad muy limitada, la que nos dejan los actores primarios y las circunstancias.

Pero somos tolerantes y seguimos observando el escenario, aceptamos el tiempo que se nos da para comprenderlo, nos contraponemos con la actitud cotidiana (no necesitamos una revolución de máscaras para llamar la atención), defendemos parte de las instituciones porque hemos visto que es imposible superponerse a todas ellas, pero hemos reconocido que han sólo meros instrumentos para mejorar la calidad de vida.

Creo de esta manera que el 68 tiene sus frutos y sus desencantos, es sólo un factor más para la cultura actual multiparadigmática, que se impregna de las más variopintas influencias y de otro gran número de carnavales con máscaras más solapadas y dañinas que ésta. En todo caso, aquí estamos jóvenes y ex jóvenes del 68 para poner en discusión muchos temas y dejar dé hacer monólogos e interpretaciones equívocas sobre el escenario.

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