Una Constitución para Europa
Una de las tareas aparentemente más espectaculares que le espera a los nuevos eurodiputados será el proyecto de Constitución Europea. Pero "la propuesta de 'dotar a la construcción europea de una Constitución democrática y eficaz, comprensible por los ciudadanos y capaz de permitir la ampliación de la Unión', como propone el Parlamento Europeo, puede parecer una invitación a meterse en la boca del lobo", escribe el ex presidente de la eurocámara Enrique Barón en su libro recién publicado Europa, en el alba del milenio.
El propio Barón asegura que el texto constitucional europeo no puede surgir de unos Estados Generales, como en la Revolución Francesa. La ratificación del Tratado de Maastricht, considerado casi unánimemente como un texto desleído e impreciso, supuso un calvario para los Doce y permite imaginar la tormenta que se desataría sobre el continente si los eurodiputados adoptaran una actitud radicalmente constitutiva.
De ahí que el proyecto ya elaborado que encontrarán sus señorías en sus casilleros será el de un texto constitucional bastante moderado, preparado sucesivamente por una serie de auténticos notables europeos -Emilio Colombo, Marcelino Oreja y Fernand Hermann-, aunque con suficientes estímulos como para suscitar la polémica.
El informe sobre la Constitución propone la celebración de una Convención Europea que reúna al Parlamento Europeo y a los Parlamentos nacionales antes de la Conferencia Intergubernamental de 1996, en la que debe revisarse el Tratado de Maastricht, y sugiere una Conferencia Interinstitucional (Consejo de Ministros, Comisión Europea y eurocámara) también antes de 1996 para consensuar los caminos de las reformas de la Unión.
Constitución de mínimos
Estas iniciativas pretenden llegar a una Constitución de mínimos,. que recoja el marco más general de derechos y deberes de los ciudadanos europeos y del funcionamiento de sus instituciones y que permita consolidar y avanzar modestamente en algunas de las cuestiones más débiles de la construcción europea.
El proyecto constitucional da a la Unión personalidad jurídica. También propone la elección del presidente de¡ Consejo de Ministros, anualmente, por mayoría de cinco sextos, en vez del actual turno rotatorio de los Estados; elimina las votaciones por unanimidad y plantea una gradación de votaciones en el Consejo de Ministros: la mayoría simple, la mayoría cualificada y la mayoría supercualificada. En todas ellas se tiene en cuenta un doble registro: el de los votos de los socios y el peso de su población.
Uno de los aspectos más revolucionarios del proyecto es que por primera vez desde el Tratado de Roma (1957) se prevé la salida de un país del club europeo. La Constitución deberá entrar en vigor cuando haya sido ratificada por cuatro quintas partes de la población de la Unión, de forma que quien no lo haya hecho podrá optar por tomar la puerta de salida.
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