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Alexandr Solzhenitsin vuelve hoy a Rusia tras 20 años de exilio

Pilar Bonet

"No fuimos emigrantes", afirmó ayer, con determinación, Yermolái Solzhenitsin, en una entrevista con la televisión local de VIadivostok en el lejano oriente ruso, cuando faltaban menos de 24 horas para que su padre, el gran escritor y premio Nobel de Literatura Alexandr Solzhenitsin, regresara a su patria tras más de veinte años de exilio.

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Alexandr Solzhenitsin llega hoy a este puerto del Pacífico a las cinco de la tarde, aproximademente (8 de la mañana, hora peninsular española), procedente de Anchorage, en el Estado norteamericano de Alaska, en un vuelo regular con escala en Magadán.En la plaza central de Vladivostok, dedicada a los combatientes por el poder soviético y presidida por un gigantesco monumento, Solzhenitsin se dirigirá a sus compatriotas, con los que quiere relacionarse como uno más.

No habrá, pues, ni tribuna ni podio para el escritor que vuelve del exilio, que saldrá literalmente a la calle a conversar y que, de no mediar una intervención policial no solicitada, será probablemente asaltado por el enjambre de periodistas, que ya está esperándole.

El novelista Borís Mozháyev y el camarógrafo Yuri Prokófiev, que le acompañarán durante su viaje por la Rusia profunda, han pedido a los medios de comunicación que destierren de su vocabulario las palabras visita y estancia, ya que el escritor, aseguran, simplemente vuelve a su patria.

En un perfecto ruso con un leve deje anglosajón, Yermolái Solzhenitsin, un joven graduado en chino en la norteamericana Universidad de Harvard, trató de explicar cuál fue su vida durante los años pasados en Occidente, primero en Suiza y luego en Estados Unidos.

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La idea del retorno

El segundo de los cuatro hijos del premio Nobel -el mayor, Dimitri, murió el pasado marzo-, afirmó que la idea del retorno había estado presente en su familia desde que Alexandr Isáyevich fuera deportado."Cuando era muy pequeño, mi padre me dijo que volveríamos sin duda alguna", señaló Yermolái, según el cual él y sus hermanos fueron educados en ruso gracias, sobre todo, a la labor de la madre, Natalia. "Espero que mis hijos conserven también este idioma", afirmó el joven Solzhenitsin, que espera dedicarse en el futuro a estudios internacionales combinando sus conocimientos de la cultura china con los de ruso e inglés.

Los Solzhenitsin nunca se relajaron, nunca se abandonaron a la comodidad occidental. "En Occidente existía la posibilidad de escribir tranquilamente. Por eso mi padre eligió un bello lugar donde poder estudiar la historia de Rusia", explicaba ayer Yermolái.

Alexandr Isáyevich Solzhenitsin trabajó 14 horas diarias todos los días durante 20 años. Y nunca fue de vacaciones a Florida o a Hawai, precisó.

Solzhenitsin ha rechazado los vagones de tren especiales que las autoridades rusas querían prestarle, y también el alojamiento en el hotel Versalles, un lujoso establecimiento prerrevolucionario recién restaurado. De este modo, el ilustre ruso se alojará en un hotel de medio pelo, el Vladivostok, que, como toda la ciudad, carece estos días de agua caliente.

En prevención de posibles incidentes con los mafiosos locales o los comerciantes que aquí se alojan, la policía municipal de esta ciudad del lejano oriente soviético registraba ayer concienzudamente el local y comprobaba los datos personales de los huéspedes.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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