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Entrevista:

"Suráfrica es nuestro sueño y Ruanda nuestra pesadilla"

Soyinka, de 59 años, escritor comprometido, repasa en esta entrevista la complicada situación por la que atraviesa el continente africano, que tiene en la situación en Suráfrica su principal punto de esperanza y en Ruanda, un matadero, el polo opuesto.Pregunta. África vive hoy momentos de esperanza y horror. Una democracia joven y multirracial ha nacido orgullosamente en Suráfrica mientras que incontables cadáveres de las guerras tribales atascan los tristes ríos de Ruanda. ¿Qué destino se impondrá?

R. Suráfrica es nuestro sueño y Ruanda nuestra pesadilla. El sueño puede ser nuestro destino, pero no mañana. Ruanda está clínicamente muerta como nación. La comunidad internacional, en este caso la Organización para la Unidad Africana y la ONU, debería proclamar este hecho. Lo que debería preocuparnos es la humanidad que está atrapada en este abattoir. No estamos tratando con una nación, sino con un matadero.

A todo el mundo le preocupa los gorilas de Ruanda. Pero de lo que estamos hablando aquí es de la exterminación humana. Hablar de una especie amenazada es hablar de los tutsis en Ruanda hoy.

P. La clase de desórdenes de Ruanda ya los hemos visto antes en África, en Liberia hace un par de años y más recientemente, en Somalia. ¿Cuál es la conexión que subyace a esta tendencia?

R. Hace cien años, en la Conferencia de Berlín, los poderes coloniales que gobernaban África se reunieron para repartirse sus intereses en Estados, amontonando juntos diversos pueblos y tribus en algunos sitios, o seccionándolos en otros como un sastre demente que no prestara ninguna atención a la tela, color o dibujo de la colcha que está haciendo.

Cuando nació, hace más de 20 años, la Organización para la Unidad Africana, una de las mayores decepciones fue que no abordó este tema. En vez de eso, uno de sus principios cardinales fue la no injerencia y la sacrosantidad de las fronteras heredadas de la situación colonial. Eso fue un profético fracaso de la voluntad política. Y ahora vemos en Ruanda el producto de esa falta de autorredefinición africana. Si no logramos entender que todo esto se deriva del mapa colonial de Estados nacionales que se nos impuso habrá pocas posibilidades de corregir la situación a largo plazo.

P. Pero no puede echarles la culpa de todo a las potencias coloniales. Usted mismo escribió hace solamente un par de años que los africanos tienen que acusar a los fracasados líderes africanos por "el rastro de esqueletos a lo largo de las autopistas desecadas..., la lasitud y desesperación de los supervivientes demacrados apiñados en campos de refugiados..., los montones de cádáveres".."Africa", escribía usted, "ha sido traicionada desde dentro".

R. Lógicamente, no se puede ignorar el contexto de nuestros fracasos. Al mismo tiempo, tiene usted razón. Ha habido muchas décadas de lo que se ha dado en llamar independencia desde que terminó el poder colonial. Desgraciadamente, los líderes africanos han estado tan preocupados por mantener su poder y autoridad dentro de estos rediles artificiales creados por el colonialisino, han estado tan ansiosos por proteger su condición de sapo rey, que en realidad nunca se dedicaron a pensar en la humanidad atrapada en estos rediles.

Es increíble que, con todos estos horrorosos acontecimientos que están desarrollándose aquí mismo en nuestra tierra, la Organización para la Unidad Africana no haya convocado hasta la fecha una reunión de emergencia. No ha habido ninguna reunión sobre el tema de Ruanda, nada en absoluto. En vez de eso, nuestros líderes permiten que la hemorragia continúe. Hoy en África hay una falta absoluta de visión y de liderazgo. No obstante, la iniciativa debe venir del continente. ¿Por qué razón, por el amor de Dios, habría que pedirles a los norteamericanos o a otros que envíen sus tropas al continente cuando nosotros en África no nos hemos conmovido lo suficiente como para hacer algo sobre este borrón en nuestro sentido de la humanidad?

No podemos quedamos de brazos cruzados y tolerarlo. Los africanos deberían evaluar la situación para ver a qué necesidades humanas hay que responder, qué solución política hay que proponer y qué clase de intervención debe llevarse a cabo. Los africanos deberían tomar la delantera a la hora de obligar a las Naciones Unidas a actuar, y no a la inversa. Y los soldados africanos deberían tomar la delantera a la hora de intervenir para poner fin a la carnicería. El mundo bienhechor debería seguir sus pasos y excitarse tanto (por la pérdida de vidas humanas) como lo hace a la hora de salvar a las especies amenazadas de este continente.

Deberíamos olvidar totalmente todos los conceptos de soberanía con respecto a Ruanda y limitarnos a entrar y poner fin a la matanza. Tanzania entró en Uganda para deshacerse del legado de Idi Amín. No recuerdo que se derramaran muchas lágrimas. El mismo imperativo moral es válido para Ruanda, incluso en mayor medida dado lo grotesco de la situación.

P. Entonces, ¿propone usted que los espacios en África sean diseñados de nuevo para tejer una colcha más armoniosa, o al menos una menos dada al derramamiento de sangre tribal?

R. Sí, debemos sentamos con una escuadra y un compás y diseñar de nuevo las fronteras de las naciones africanas. Aunque pensaramos que podríamos salir del paso sin esta redefinición de fronteras cuando se creó la Organización para la Unidad Africana, el ejemplo de Ruanda, sin duda, nos hace saber de forma muy brutal que no podemos esquivar este reto histórico por más tiempo. El horror de Ruanda es un precio demasiado alto por una noción muy nebulosa y caprichosa de lo que constituye una frontera territorial inviolable. ¿Cómo podemos, aceptar la exterminación brutal de 250.000 personas en un par de semanas en aras de la protección de unas fronteras que ya ni siquiera son nuestras?

P. Suráfrica fue la última nación de África en ser liberada, pero la única en la que la liberalización se produjo a través de las urnas, a través de la democracia. ¿Permitirá esta cualidad especial a la Suráfrilca de Nelson Mandela desempeñar el papel de líder que los sapos reales de África son tan incapaces de desempeñar?

R. Parece que una especie de química política elaborada por Mandela y De Klerk da a esa nacion muchas posibilidades de lograrlo. Lo que ha pasado ahí a través del proceso democrático es una reprimenda a los demás países africanos por sus fracasos. Debería hacer que Nigeria, la otra nación africana con un gran potencial económico, se avergüence de la traición a su pueblo y del derroche de promesas. Las tensiones y contradicciones a las que se enfrentaban los surafricanos eran mucho más difíciles de resolver que las del resto de África: No obstante, fueron superadas y nació una democracia. Eso hace que el resto de África no tenga excusa. Ningún tipo de excusa.

Copyright 1994, New Perspectives Quarterly, Los Angeles Times Syndicate.

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