El tercio fundamental de la lidia
El tercio de varas es el fundamental de la lidia, porque en él se ahorma al toro y se mide su bravura. Ambos efectos son importantes pero sobre todo el segundo pues el comportamiento del toro sirve de guía a los ganaderos buenos para perfeccionar o sustituir los encastes de sus reses.Los ganaderos buenos, en consecuencia, quisieran que el tercio de varas se desarrollara con auténtico, sentido lidiador, para que los toros den allí la medida real de su bravura. Pero tal como se viene desarrollando, esta aspiración es una pura entelequia. Porque dentro de la crisis generalizada que atraviesa la fiesta, el tercio de varas ha degenerado hasta convertirse en un suceso bochornoso donde lo único que pretenden los picadores es tener todas las garantías de seguridad, y la mayoría de los toreros, que les destruyan los toros.
La forma actual de picar es un puro contrasentido. Empieza por la propia salida de los picadores. La norma era que, una vez fijado el toro, salían los picadores por la puerta más alejada del burladero de capotes. El matador que había recibido al toro ganaba terreno hacia los medios con sus lances, para dejar sitio al picador en el tercio. Al rematarJos,, quedaba el toro en suerte.
Por una innovación arbitraria que empezó hace años en la plaza de Las Ventas, los presidentes no ordenan la salida de los picadores hasta que el diestro ha toreado de capa, y entonces es necesario detener la lidia hasta que traer el picador se coloque, distraer al toro llevándolo hacia un burladero lejano, volverlo a traer... La segunda innovación, más reciente, es igual de absurda. Los picadores salen ahora en Las Ventas por la puerta más cercana a capotes, con lo cual la maniobra anterior es doblemente precisa pues hay que retirar al toro para que no se tope con el picador y, colocado este, traerlo de nuevo,
Finalmente está la forma usual de picar. Aquello de hacerlo por derecho, tirar la vara al morrillo, ejecutar el puyazo en regla, dar pronta salida al toro hacia la izquierda del caballo donde entra al quite el matador, se ha convertido en una tropelía consistente en que el picador rodea con el caballo al toro y lo acorrala contra la barrera mientras la vara, hincada y apalancada en la parte trasera de sus lomos, gira también provocando grandes destrozos. Es curioso que esta forma destructiva e intolerable de agredir al toro apenas provoque protestas y, en cambio, el público se soliviante cuando el caballo del picador pisa la raya.
Los del castoreño pican además trasero, y esta tropelía es tan habitual que cuando, rara vez, un picador apunta al morrillo, le arman un escándalo. Y, sin embargo, el morrillo es el único sitio donde se debe picar, pues allí la puya ahorma al toro y no le causa daños orgánicos.
Babelia
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