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Moléculas peligrosas

La organizacion ecologista internacional Greenpeace ha desplegado toda su artillería verde a cuatrocientos kilómetros de la ballena más cercana en peligro. En la Comunidad de Madrid ha crecido un enemigo de secano de 45 metros de altura: la incineradora de Valdemingómez. Millones de veces más pequeñas que el arponero más escuálido, las causantes de sus desvelos son unas moléculas -furanos y, sobre todo, dioxinas- que escapan de su chimenea.La teoría de la incineración -los residuos se convierten en dióxido de carbono y agua- no convence a los ecologistas. Aseguran que, en la práctica, los átomos se pueden recombinar al enfriarse en muchos tipos de moléculas, algunas de ellas mucho más peligrosas que las que ingirió la incineradora: "Es casi imposible que al horno. no vayan a parar residuos que contengan cloro", asegura Oliva Núñez, experta de Greenpeace en estos temas, "plásticos de la familia del policloruro de vinilo [PVC], tintas que impregnan los envases, disolventes... Producen compuestos orgánicos del cloro".Dioxinas cancerigenas

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Entre estos compuesto! están las dioxinas, "unas de las sustancias más cancerígenas que se conocen y que sólo pueden ser detenidas en la chimenea con filtros de carbón activo". Para los ecologistas, los filtros tampoco son la solución, pues se acaban convirtiendo en otro residuo engorroso. Valdemingómez no tendrá este tipo de filtros.

Eduardo Llorente, director general de Tirmadrid, indica que una empresa se encargue de medir las emisiones. El Ayuntamiento de Madrid convocará un concurso para adjudicar esta misión. "La aportación de dioxinas y furanos de una incineradora es ínfirna si se compara con la de los coches",. añade.

Estas sustancias. fugitivas són-muy difíciles de detectar, pero su faceta más preocupante es su efecto acumulativo a lo largo de la cadena alimentaria. Según. Greenpeace, un informe que está elaborando- la Agencia para la - Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (USEPA) asegura que no hay un nivel de exposición segura: "DOSIS mínimas alteran la acción de las hormonas y otras sustancias bioquímicas naturales del organismo, provocando graves y complejos efectos sobre la salud, incluyendo cáncer".

Núñez asegura que la USEPA reducirá aún más la dosis aceptable de dioxinas, situada en 0,0006 picogramos (la billonésima parte de un gramo) por día y kilo de peso corporal, 1.000 veces inferior al que rige en Europa, fijado en 10 picogramos.

Greenpeace solicita el nivel cero de emisión: "Ningún límite puede considerarse ahora aceptable, y las incineradoras, junto a las fábricas de papel y las de PVC, son principales fuentes de dioxinas".

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