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Entrevista:

"A Yeltsin le gustaría ser demócrata"

"A Yeltsin le gustaría ser demócrata", asegura a EL PAÍS el ex presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, de visita en España, "Pero analizando sus métodos", añade, "se ven ciertos indicios de que camina hacia el totalitarismo".

Mijaíl Gorbachov, de 63 años, disfruta estos días en España de la acogida que sólo se da a los grandes personajes internacionales. Relajado, charla en la capital asturiana, sin perder la sonrisa, sobre su búsqueda de pistas para una nueva civilización, y sitúa su ideología actual en una síntesis de socialismo, democracia cristiana y liberalismo.

Pregunta. ¿Dónde vive?

Respuesta. En un apartamento de tres habitaciones en Moscú y, también, según lo aprobado por los líderes de la Comunidad de Estados Independientes, en una dacha cerca de la ciudad.

P. ¿Tiene coche oficial?

R. No. Sólo un Volga que utilizan los oficiales de escolta. Antes tenía un Zil, una limusine gubernamental de lujo, pero me la quitaron.

P. ¿Cuantos policías le escoltan?

R. Hay un contingente que incluye el servicio de la dacha. Dedicados estrictamente a labores de seguridad hay tres, que a la vez son chóferes. Hay otros para la seguridad de la dacha.

P. ¿Cuánto cobra de pensión?

R. Cuatro mil rublos [unas 300 pesetas al cambio actual]

P. Pero, ¿la cobra realmente?

R. Sí, la recibo por correo.

P. ¿Cómo se financia la Fundación Gorbachov?

R. Con donaciones de las entidades patrocinadoras de sus programas en Rusia y el extranjero, con derechos de autor de mis libros y con honorarios por mis conferencias.

P. ¿Está saneada?

R. Las dificultades de financiación nos han obligado a suprimir un tercio de la plantilla.

P. ¿Es usted millonario?

R. Espero serlo cuando se publiquen mis memorias, pese a los impuestos.

P. ¿Qué ocurrió con anteriores derechos de autor?

R. Mientras era presidente, no los percibía, ni siquiera los del libro Perestroika, distribuido en 140 países. Todo fue para la caja del partido comunista y obras benéficas.

P. ¿Y el Nobel?

R. También para fines benéficos. El Premio Fuji, de 500.000 dólares [más de 65 millones de pesetas], se destinó a temas relacionados con medicina y salud pública. Nunca mientras fui presidente utilicé en provecho propio mis cuantiosos ingresos.

La vía a la 'perestroika'

P. Si hace 10 años le hubiera preguntado por su ideología, habría dicho sin dudar que era comunista. Se lo pregunto ahora..

R. Sí, era comunista. Hice una larga y difícil carrera de militante. Así llegué a las conclusiones que cristalizaron en la perestroika. La utopía comunista fracasó porque se basaba en la represión. Pero no niego el derecho a la existencia de la idea socialista. Siendo demócrata, me identifico con esa idea, pero veo también elementos positivos en los movimientos y doctrinas democristianos y liberales. En el futuro, me veo vinculado a una síntesis de esas doctrinas. Busco pistas de una nueva civilización. Ésa es hoy mi ideología.

P. ¿Por qué es usted más popular fuera que en Rusia?

R. No creo que eso sea cierto, aunque lo leo a menudo. Por ejemplo, hace unos días, en San Petersburgo, fui objeto de gran simpatía y respeto entre jóvenes, obreros e intelectuales. En una conferencia con estudiantes, hasta los pasillos estaban abarrotados. Y a los tres días, me enviaron a Moscú un ramo de rosas.

P. Parece que todo el mundo quería verle en San Petersburgo, excepto el alcalde, su antiguo aliado Anatoli Sobchak.

R. Fue él quien quiso entrevistas conmigo, pero las canceló. Así son los llamados grandes políticos de la Rusia de hoy.

P. ¿Le ha decepcionado mucha gente al dejar el poder?

R. Más que eso, incluso desde antes.

P. ¿Es cierto que la clase política rusa. le hace el vacío?

R. Es una tradición. Pero no voy a esperar a que me toque, por eso me expreso públicamente y envío los informes y estudios de la fundación a la élite.

P. ¿Le boicotea Yeltsin?

R. ¿Por qué no se lo preguntó a él cuando vino a España?

P. No tuve ocasión.

R. No deje de preguntárselo si le ve.

P. Da la impresión de que muchos políticos no se atreven a tener contacto con usted porque piensan que eso significaría romper con Yeltsin.

R. Esa impresión probablemente tiene fundamento. Si fuera así, si se pudiera comprobar, sería muy revelador, caracterizaría al presidente y a su línea, al estado de la democratización y la cultura política.

P. Se dice que usted es un político poco ruso.

R. La perestroika fue dictada por las necesidades del país. Yo respondí a los intereses de toda Rusia. Mi política exterior alejaba la amenaza nuclear, frenaba la carrera de armamentos y doblaba los recursos para asuntos sociales, aunque no pude llevar adelante mi programa por completo, no me lo permitían. Fue tras enero de 1992, al dejar yo de ser presidente, cuando se intentó cristalizar la reforma con valores ajenos a Rusia.

P. ¿Está preparando su vuelta a la política activa?

R. No la dejé nunca.

P. Reformularé la pregunta: ¿piensa fundar un partido y luchar por la presidencia?

R. No... Por el momento.

P. Voy a decir unos cuantos nombres, y le ruego opiniones concisas sobre ellos.

R. Prefiero no contestar.

P. Pero si aún no sabe de quien se trata...

R. No sería democrático que, con mi opinión, dificultara que la gente sacara conclusiones.

Hacia el totalitarismo

P. ¿Cree usted que Yeltsin es un demócrata?

R. Le gustaría serlo, pero analizando sus métodos, se ven indicios de que camina hacia el totalitarismo. No obstante, con ciertos límites, le caracterizaría como demócrata. Pero tengo, muchas dudas.

P. ¿Eso es que sí, o que no?

R. En la vida no sólo hay blanco y negro.

P. ¿Dónde estaban los golpistas el pasado octubre, dentro o fuera del Parlamento?

R. Una gran parte de responsabilidad la tuvo el Ejecutivo, pero también los que ocuparon la Casa Blanca. No puedo apoyar a los que llamaron al pueblo a asaltar la alcaldía y la televisión. Tampoco puedo justificar el bombardeo del 4 de octubre. Fue una humillación para el país, el fusilamiento de toda la nación. Había más. de 2.000 personas en la Casa Blanca. No sé Cuánto cinismo hay que tener para dar la orden de bombardear. Y quien lo hizo tendría que haber dimitido inmediatamente.

P. ¿Qué siente al saber que los golpistas de agosto de 1991 están en la calle, libres?

R. Repugnancia. Lo más repugnante es la traición.

P. ¿Estuvo justificada la amnistía?

R. La Duma tiene derecho a aprobarla. Si la medida favorece a la concordia nacional, tendré que estar de acuerdo. Pero me parece un mal precedente.

P. ¿Cuál es el problema más grave que tiene hoy Rusia?

R. La, inestabilidad política.

P. ¿Y el crimen, el aumento de la delincuencia, las mafias?

R. También está relacionado con la inestabilidad, con el cambio del rumbo de la política socioeconómica.

P. ¿Existe el peligro de que se rompa Rusia como se rompió la URSS?

R. Espero que no. No creo. Más del 80% de la población de Rusia es rusa.

P. ¿Cómo cree que va a terminar la guerra entre el Parlamento y la presidencia?

R. No hay tal guerra.

P. Guerra entre comillas o en cursiva, entonces.

R. ¡Ja, ja! Eso es otra cosa. Todo depende mucho de cómo se haga y cómo se corrija la política socio-económica. El reciente pacto de concordia necesita hechos. Si no, será papel mojado.

P. ¿Deben convocarse elecciones presidenciales?

R. Sí, sobre todo si no se progresa hacia la concordia.

P. ¿Qué le gustaría leer en primera línea del capítulo dedicado a Mijaíl Gorbachov en una historia de Rusia y la URSS?

R. Que impulsó la libertad, la glasnost y la esperanza.

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