_
_
_
_
Entrevista:

"La democracia en Chile es aún imperfecta"

Juan Carlos Sanz

Político y jurista de misa diaria, Patricio Aylwin luchó primero contra Salvador Allende y luego contra el general Augusto Pinochet. No se ha retirado -"los demócratas de corazón no podemos dormirnos", alega- y ahora trabaja en la creación de la Fundación Red Chile, con el objetivo de recuperar para su país a muchos de los intelectuales e investigadores que desde 1973 sufrieron la diáspora de la dictadura. "La democracia es algo más que un mecanismo de ejercicio del poder", recalca Aylwin, que concedió esta entrevista el pasado lunes en Madrid, después de visitar a los Reyes.Pregunta. ¿Qué asignaturas pendientes tiene la democracia chilena tras sus cuatro años de presidencia?

Respuesta. Mi primer objetivo fue recuperar los derechos humanos y reconciliar al país. El segundo fue estabilizar el sistema democrático y perfeccionarlo. En esta materia avanzamos pero no logramos todo lo que queríamos. Hoy en Chile hay un sistema democrático estable; no veo ninguna amenaza de inestabilidad, pero nuestra democracia es imperfecta porque hay senadores designados, el sistema electoral distorsiona la voluntad popular y los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas son inamovibles. Esas reformas quedaron pendientes porque no tuve los votos suficientes en el Parlamento para sacarlas adelante. Están en el programa del presidente Frei, y yo tengo conciencia de que en el transcurso de su Gobierno van a prosperar.

P. ¿Antes de 1997, cuando termina el mandato de Pinochet?

R. Sí. Creo que a todos conviene que prosperen.

P. Usted fue muy criticado en Chile cuando aceptó entrar en el juego político del régimen del general Pinochet. ¿Se arrepiente ahora?R. Si nos hubiéramos negado a ese camino no habríamos tenido fuerzas para derribar a la dictadura. Ahora seguiríamos haciendo protestas que fracasarían y en el plebiscito de 1988 Pinochet habría ganado y seguiría en el Gobierno. Hemos tenido muchas limitaciones pero las vamos superando. Por ejemplo, la Administración municipal. En la Constitución de Pinochet los alcaldes eran designados por el Gobierno. Con nuestra reforma conseguimos democratizar los municipios. Lo mismo pasa en los gobiernos regionales.

P. ¿No hubo más remedio que aceptar las reglas de Pinochet?

R. Aceptamos participar en el plebiscito de la Constitución, pero la descalificamos. Había sido espúrea en sus orígenes y consagraba un régimen autoritario. Aceptamos la legitimidad, pero no renunciamos a nuestros reparos de fondo. De ahí que hayamos impulsado algunas reformas para intentar corregirla.

P. ¿Cuándo acabará la transición de un régimen dictatorial a uno democrático en Chile?

R. La transición ya está terminada. En Chile existe hoy un régimen democrático, con imperfecciones, pero no creo que haya ninguna democracia en el mundo que no tenga alguna falla. La democracia en Chile necesita refuerzos, indudablemente, pero yo no veo ningún peligro para su estabilidad.

P. Pero recordará que hace apenas un año hubo movimientos de tropas en su país. ¿De verdad que ya se ha acabado el ruido de sables en Chile?

R. Fuera del ruido, esa manifestación no produjo ningún otro efecto. Ni el Gobierno cedió a la presión ni tuvo ningún apoyo de la opinión pública. Hoy día el general Pinochet no tiene más poder que el de cualquier comandante en jefe de un ejército en cualquier país democrático, aparte de su inamovilidad, y de que el presidente tenga que consultar su opinión para los retiros.P. ¿Cree que Pinochet ha evolucionado hacia la democracia?

R. Yo lo que he dicho, y sigo creyendo, es que Pinochet no intentó cogobernar desde que yo asumí la presidencia. Me dijo: "Yo como militar sé mandar y sé obedecer. Ahora usted es el presidente y yo le obedezco a usted". Tuvimos desacuerdos, naturalmente, pero en definitiva, nunca pretendió intervenir en la orientación de la política de mi Gobierno. Nunca me desobedeció. La imagen del general Pinochet con la que yo salí de la presidencia, de su conducta durante mi Gobierno, no es la que pude temer cuando asumí el cargo. Y más: tal vez la permanencia de Pinochet ha ayudado a la estabilidad del proceso. En un sentido: en Argentina no fueron los comandantes en jefe los que se sublevaron, fueron oficiales. En Chile no pasó nada de eso, probablemente porque la autoridad de Pinochet es muy grande dentro del Ejército.

P. ¿Pinochet sirvió de freno a intentonas golpistas?

R. No aseguro que haya sido así, pero creo que puede haber ayudado.

P. Después del informe sobre los 3.100 crímenes de la dictadura reflejados en el informe de la comisión Verdad y Reconcialiación, ¿ha sido la amnistía el precio que ha habido que pagar por la democracia?

R. No diría que es el precio, pero es uno de los factores que está vigente. Si nos hubiéramos empeñado -y hubiéramos podido, jurídicamente- someter a juicio a todos los sospechosos, el clima de agitación, de encono, de reavivar las pasiones habría sido mayor, pero también la sensación de injusticia que la ley de amnistía tiene para las víctimas [de la represión durante la dictadura] y sus familiares es uno de los pasivos de todo este proceso.

P. En España se ha seguido con especial interés el caso del funcionario de Naciones Unidas Carmelo Soria, asesinado por la policía política de la dictadura en 1976. ¿Qué hizo su Gobierno para activar las investigaciones después de que fueran archivadas por un tribunal militar?R. El Gobierno hizo lo que le cabía hacer. Requirió a la fiscalía y al propio Consejo de Defensa del Estado que se presentaran los antecedentes a los tribunales y se requiriera la correspondiente investigación. La Corte Suprema ha ordenado continuar el proceso. Espero que se pueda esclarecer la verdad, que es más o menos conocida, y aplicar las sanciones que correspondan.

P. ¿El auge económico de Chile es el principal haber de su presidencia?

R. Además de la democracia, es el otro gran haber de mi Gobierno. Los índices económicos son muy buenos, a pesar de la recesión en el hemisferio norte

P. ¿No se ve empañada esa satisfacción por la persistencia de amplias bolsas de pobreza entre al población?

R. Hablemos claramente. La política económico-social seguida por mi Gobierno también representa un avance, pero el problema sigue siendo la primera prioridad. No basta el crecimiento para derrotar a la pobreza. Suele producir una agudización de la diferencia entre ricos y pobres. Nuestro esfuerzo fue neutralizar e invertir esa tendencia. Por eso nosotros hablamos de crecimiento con equidad. Cuando yo asumí el poder había 5,3 millones de pobres en Chile, según los parámetros internacionales; yo entregué el Gobierno con 4 millones de pobres. Que todavía quede un tercio de la población en situación de pobreza es dramático.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_