Los hoteles madrileños pierden clientes pese a que bajan los precios
La devaluación salvará el turismo en la costa, pero no en el interior. Los hoteleros madrileños no sienten las ventajas de la peseta barata. Tampoco ven el final del túnel de la crisis. En el primer trimestre de este año, la ocupación de sus establecimientos ha sido inferior a la de 1993 -año que los empresarios pintaron de negro-, aunque los buenos resultados de Semana Santa auguraban el repunte. Y ello a pesar de que los precios han caído entre un 10% y un 20%, según la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid.
"El anunciado aumento de los visitantes beneficiará a las zonas turísticas, pero no a Madrid", sostiene el secretario general de la asociación, Valentín Ugalde. "La recuperación sólo vendrá de la mano del repunte económico", opina. Esto se debe a que, aproximadamente, 7 de cada 10 clientes de hotel son hombres de negocios. Y las empresas son las primeras que han recortado gastos ante la tempestad de la crisis.En busca de nuevos clientes, hoteleros y Administración autónoma se han aliado para intentar promocionar Madrid como destino turístico. Para ello se ha invitado a 150 operadores turísticos a visitar la capital.
Pero el resultado de esa gira no se verá hasta el año que viene, según Ugalde. Mientras, el panorama sigue oscuro, a pesar de los buenos resultados obtenidos la pasada Semana Santa. En esas fiestas, los hoteles tuvieron ocupadas en torno al 85% de sus habitaciones, señala el secretario general.
Caídas en picado
Pero con los datos del primer trimestre a punto de cerrar, un muestreo de los empresarios señala que la ocupación hotelera ha descendido casi el 1,5% en los establecimientos de cuatro estrellas y el 10% en los de tres. Estos porcentajes se obtienen de comparar con las cifras de los meses de enero a marzo del año pasado.
Las estadísticas se siguen dibujando con líneas que se inclinan en picado. Madrid recibió el año pasado 3.623.264 huéspedes hoteleros, un 3,6% menos que en el 92. Sin embargo, las pernoctaciones descendieron casi el doble: 6,36%. Al final, la ocupación media, del 44,2%, fue inferior en un 5,5% a la del 92, el año de los fastos.
Hay poca demanda, y la oferta no deja de crecer: ahora se abren nuevos establecimientos proyectados en la época de bonanza. La dificultad del mercado ha traído un descenso general de precios. Ahora un alojamiento cuesta entre el 10% y el 20% menos que el año pasado, según la asociación de hoteleros. Y algunos de los más lujosos hoteles han decidido perder una de sus estrellas para competir mejor.
"No inviten a extraños a su habitación"
El tiempo pasa, las recomendaciones continúan. Un buen número de hoteles madrileños sigue ofreciendo en las habitaciones un folleto con 15 ruegos en aras de la seguridad de sus clientes. Estos mandamientos fueron elaborados con ocasión del Campeonato Mundial de fútbol de 1982."Los establecimientos siguen pidiéndonos ejemplares", explica el secretario general de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM), Valentín Ugalde. Reconoce que la lectura de los consejos puede provocar alarmismo entre los clientes. "Pero tampoco estas recomendaciones son malas", puntualiza.
El folleto está dividido en dos partes. Una, con consejos para aplicar "siempre", y otra, donde se recoge lo que "nunca" debe hacerse. Entre las cosas que el huésped debe observar en toda ocasión figuran: "Vigile y controle su equipaje. No lo deje desatendido ni siquiera un minuto" y "mantenga la puerta cerrada cuando esté en su habitación".
Entre las siete cosas que se deben evitar figuran: "Nunca exhiba joyas, dinero u objetos de valor en su habitación", "nunca permita al personal de reparaciones entrar en su habitación sin haberlo requerido o autorizarlo la dirección del hotel". También se añade: "Cuando establezca relaciones sociales con personas desconocidas no revele el nombre de su hotel ni el número de su habitación". Se desaconseja llevar "a extraños" al cuarto.
La lectura de estos mandamientos provoca la estupefacción en algunos clientes. "Es la primera vez que, en un hotel de cuatro estrellas, me siento como en una pensión cutre", dice un huésped. "Que gasten más en seguridad y no nos atemoricen", sugiere.
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