Instituto Francés
Soy una de tantas alumnas del Instituto Francés de Madrid, sito en la calle del Marqués de la Ensenada, número 12, calle que fue una de las más románticas de esta ciudad y que han desalmado poco a poco sin ningún tipo de consideración. Quedé perpleja al atravesar la puerta principal y no encontrar la segunda puerta que permite el acceso al interior. Unos segundos después vi que la puerta de madera con cristales de toda la vida faltaba y había sido sustituida por un par de cristales vulgares que desentonan con el resto del edificio. Quizás unas puertas no son muy importantes, pero eran del edificio y no hay por qué cambiarlas, sino restaurarlas, si es necesario, al igual que las fachadas. Aprovecho la ocasión para manifestar mi descontento con el nuevo edificio destinado a la biblioteca de este instituto. En la última década del siglo XX, cuando más se habla de estética, es cuando más fenómenos antiestéticos se están produciendo, curiosamente. ¿A qué ha quedado reducido el concepto de belleza? No conozco las normativas que regulan la conservación o derribo de fachadas, ni entiendo de arquitectura, pero creo que tengo sensibilidad; cualidad o defecto no muy común, por lo que he podido comprobar. Ya hemos tenido que aguantarnos viendo cómo demolían la antigua biblioteca de este instituto para construir algo que consideran muy moderno y que supongo que hará juego con el enchufe que colocaron sobre las Torres de Colón, pero no con el Instituto Francés ni con el Palacio de Justicia, edificios colindantes. No podemos encontrar consuelo alguno en tener una nueva biblioteca si recordamos lo que ha costado. El nuevo edificio, a pesar de ser uniforme y sin mezclas de estilo, rompe la armonía de esta calle. Hay que valorar y respetar los entornos, o al menos debería intentarse. El acto de morir es más cruel cuanto más se alarga, y más vale tener en el recuerdo la imagen auténtica de lo que fue y ya no es que tener ante los ojos lo que fue y sigue siendo sin ser lo que era.-
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