_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Territorio comanche

Para moverse seguro por Madrid, para que no se nos note e miedo escénico. hay que anda por esta ciudad como un enviado especial a los Balcanes. A menos, nunca vienen mal ni un chaleco antibalas, ni un casco. Madrid ciudad abierta. Aquí nunca se termina la guerra. No sabemos bien dónde está el frente, quiénes son los bosnios, los serbios o los musulmanes. No sabemos contra quién, pero seguimos perdiendo. Y escribiendo. ¡Es la guerra! Hace unos días llegó a Madrid un gallego y escritor. Venía de su pueblo, del fin de una tierra, y, oportunamente avisado de las salvajes compañías que por aquí se mueven, traía un ligero equipaje: unas cabezas de ajos y un buen garrote de roble. Eran sus armas rurales contra la guerra de los escritores urbanos. Le pregunté, más que nada por saber de qué lado ponerme: "¿Y contra qué bando las piensas usar?". El gallego me respondió: "Depende". Me tranquilizó.En el armisticio leí el libro-pistola de Pérez Reverte -¡Ay, si mi pluma valiera ... !-; me di cuenta de que no es necesario escaparse al "territorio comanche" de Sarajevo. También aquí la hora de morir es incierta y las balas, cada día, están a punto de besarnos en la boca. Estamos preparados, deseando, deseantes. Teníamos, tenemos, la prisa de las navajas, dice un madrileño y poeta, Juan Carlos Suñén; y teníamos, tenemos, la prisa por entrar en combate. Nos buscamos guerras para poder decir, en este Madrid bélico, sitiado y peleón, que mañana en la batalla pienses en mí. Pero, si no eres Marías, si en vez de pasear entre Oxford y El Retiro, se te ocurre ligar y pasear por el barrio del Pilar, te pueden dar una manita de recuerdos con rúbrica de patadas en la cara del novelista más duro-metal de Madrid, Javier Satué. Seguimos en un Madrid entre lo fingido y lo real, y no podemos olvidar a un madrileño de Roma, Sánchez Ferlosio. Bien podía habernos dado un consejo positivo, por ejemplo: "Odia Madrid y compadece a los madrileños...". Pero no, es optimista, pacifista y pretende engañarnos con esperanzas del tipo: vendrán más años malos y nos harán más ciegos.

Yo pretendía una columna contra esa guerra literaria que algunos llaman Madrid. No se preocupen, toda guerra tiene su armisticio. Y en Madrid también hay gentes que escriben cuentos y los llaman "serena". Otra metáfora de la mentira, como Madrid.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_