Macedonia, una bomba de relojería
MISHA GLENNYLa pequeña república ex yugoslava avanza inexorablemente hacia un colapso como el que precedió a la guerra en Bosnia
Un grupito de gente confusa contempla cómo la policía y los bomberos recorren lo que queda de la escena del crimen. El minarete permanece en pie como un pequeño cohete que apunta al cielo, pero el resto del edificio ha ardido hasta quedar irreconocible. La mezquita reventada se ha convertido en una vista común en Bosnia-Herzegovina. Pero esto no es Bosnia, es Titov Veles, una ciudad industrial, polvorienta y desagradable, en el centro de la República de Macedonia, en la antigua Yugoslavia: FYROM (Former Yugoslav Republic of Macedonia) como quieren que la llamemos tan oficial como inadecuadamente.Era la única mezquita en Veles. Allí rezaban los fieles albaneses, los musulmanes bosnios y los gitanos islamizados. Ardió hace el mes pasado. Dos días después estaba claro que había sido un incendio intencionado.
"La policía no sabe quién lo hizo", explicó el ministro de Cultura, Guner Ismael, que es turco. "Pudo haber sido cualquiera de una serie de grupos cristianos o musulmanes. Es el tipo de incidente con el que tenemos que tener mucho cuidado". Mientras la paz se acerca dolorosamente a Bosnia-Herzegovina, Macedonia avanza inexorablemente hacia un colapso interior similar al que precedió a la guerra en Bosnia.
Existen pocos rompecabezas políticos tan desconcertantes como la cuestión de Macedonia. Aunque pequeña, inofensiva y con una población que sólo alcanza los dos millones, Macedonia es el territorio más peligroso de los Balcanes, donde el potencial de violencia e inestabilidad es aún mayor que en Bosnia-Herzegovina. Rodeada de cuatro vecinos más poderosos, Albania, Serbia, Bulgaria y Grecia, cada uno de los cuales contempla al país con diversos grados y tipos de desdén y apetito, el país está luchando ahora por sobrevivir. El primer ministro macedonio, Branko Crvenkovski, advierte ya que "no cabe duda de que si aquí, en Macedonia, estalla un conflicto, es inevitable una guerra balcánica que incluya a Albania, Serbia, Bulgaria, Grecia y Turquía".
"El partido político dominante ahora en Macedonia es el partido del miedo", afirma Kole Casule, uno de los escritores macedonios más famosos. "Hay temor en el Parlamento y se puede sentir el temor en las calles". Esto no se debe, como se supone erróneamente, a la amenaza de invasión por parte de su vecino del norte, Serbia. El mayor desafío al que se enfrenta Macedonia es al de las relaciones entre su población eslava mayoritaria, los macedonios, y la minoría albanesa, que supone entre el 25% y el 40% de la población, dependiendo de las estadísticas que uno prefiera creer.
Durante los años setenta y ochenta, los albaneses sufrieron una represión especialmente violenta a manos de las autoridades comunistas macedonias. Con frecuencia padecieron más miserias que las que se infligieron a los albaneses en la vecina provincia serbia de Kosovo. Y sin embargo, los medios les prestaron mucha menos atención. Desde que Macedonia declaró su independencia en 1991, el Gobierno predominantemente eslavo de Skopje ha trabajado mucho más que cualquier otro de la antigua Yugoslavia para implantar y hacer respetar los derechos de la minoría albanesa y ha recibido grandes elogios por ello.
Pero los avances han sido lentos. Aunque hay cinco ministros albaneses en el Gobierno de coalición macedonio, los albaneses siguen sin sobrepasar el 3% de los funcionarios. Además, la enseñanza en albanés sigue siendo tremendamente inadecuada.
La insatisfacción con la implantación de los derechos albaneses llevó a una división a principios de año en su principal formación política el Partido para la Prosperidad Democrática (PDP). Entre los albaneses está surgiendo ahora una fuerte facción radical como poder dominante. Está dirigida por Menduh Thaqi, joven de 29 años, inteligente y extremadamente decidido. Thaqi confía en que en las elecciones de noviembre obtendrá la mayoría aplastante del voto albanés. En ese caso, dijo, su partido exigirá la paridad constitucional y "si no se satisfacen nuestras peticiones", añadió, "comenzaremos una campaña de desobediencia civil y estableceremos nuestra propia asamblea".
Para las autoridades de Skopje, esta amenaza es como un escalofrío Muchos observadores consideran que la creación de estructuras políticas altemativas por parte de una comunidad nacional (la serbia) en Croacia y Bosnia-Herzegovina fue la rampa de lanzamiento a la guerra. Hay muy pocos en Macedonia que crean que las cosas serían diferentes aquí. "La próxima fecha crítica será la de las elecciones de noviembre", afirma Robert Norman, jefe de la Oficina de Enlace estadounidense de Skopje. "Sin embargo, no hay garantías de que la situación permanezca tanto tiempo estable".
Las autoridades macedonias han acusado al Gobierno y a los medios de comunicación de la vecina Albania de apoyar la política radical de Thaqi. "Esta injerencia exterior en los asuntos internos de Macedonia es intolerable", dijo colérico el presidente Kiro Gligorov. Los observadores temen que en el caso de haber choques entre la policía macedonia y los albaneses, estos últimos recurrirían a Tirana en busca de ayuda. "A la primera señal de desestabilización intema, Serbia se lanzaría en picado y se anexionaría el norte con el pretexto de proteger a la minoría", según un diplomático occidental, "mientras que Bulgaria tendría que decidir si se mueve para proteger a los macedonios, a los que considera búlgaros occidentales".
La decisión griega del 15 de febrero de imponer un bloqueo comercial absoluto a Macedonia ha supuesto una carga añadida, que puede deteriorar aún más las relaciones albano-macedonias. Es una política que va en contra de los intereses de Grecia, ya que una fuerte lucha en su frontera norte podría resultar en el establecimiento de unos Estados albanés y búlgaro ampliados.
Pero todavía se puede evitar una guerra en Macedonia. Exigirá acciones decisivas por parte del Gobierno para incrementar los derechos de la minoría albanesa. Incluso el riesgo de provocar una reacción nacionalista macedonia es menor que el del choque a causa del creciente extrañamiento de los albaneses. Pero también es urgente la mediación internacional para reconciliar los intereses discordantes de Skopje, Tetovo y Tirana. Sólo Estados Unidos goza del necesario respeto en la región para conseguirlo. Sin embargo, Washington se limita por el momento a enviar señales ambiguas a las fuerzas en discordia.
es periodista, antiguo corresponsal de la BBC en los Balcanes y autor del libro La caída de Yugoslavia.
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