'Nkosi sikelele iAfrika'

"¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo!", clamaban las 2.000 gargantas reunidas a media noche del martes ante la sede del futuro Parlamento provincial en Ciudad del Cabo para asistir a la ceremonia de arriar la vieja bandera del régimen racista y poner en su lugar la de la nueva Suráfrica. El acto debía haberse celebrado con todo el respeto que tales ocasiones requieren, pero los numerosos partidarios del Congreso, Nacional Africano (ANC) no estaban por la faena.A los gritos de "¡Fuera!" y ¡Abajo!", se unieron los abucheos y los estallidos de petardos cuando comenzó a sonar el hasta ahora único himno nacional, el Die Stem (La voz), cuyas notas y letras en afrikans, fueron ahogadas con gritos de "iANC, ANC!" un minuto antes de las doce.

Cuando, dos minutos después de la medianoche, un funcionario ensartó en la cuerda la nueva bandera, la muchedumbre comenzó a cantar espontáneamente el himno del ANC y nuevo himno nacional, Nkos¡ sikelele ¡Afrika (Dios bendiga a África), que acompañó lentamente el ascenso de la bandera enrollada hasta la mitad del mástil.

El relevo lo volvió a tomar en ese punto la versión en inglés de La voz, abucheada de nuevo con furia. Cuando la bandera llegó a lo alto del mástil y se soltó; aplausos, vivas, bengalas y petardos llenaron la templada noche. Los concentrados empezaron a abrazarse a quienes tenían al lado y repetían enfervorecidos: "Bienvenido a la nueva Suráfrica".

El vino espumoso corría a chorros mientras, a falta de brisa, la bandera, como si fuera tímida, seguía pegada al mástil. Al cabo, la meció un golpe de viento y la gente volvió a estallar en un sentimiento no lejano a la histeria. Un grupo intentó quemar una bandera del pasado y ante la imposibilidad de conseguirlo, la desgarró con todas las fuerzas disponibles. "Por primera vez en mi vida, me siento en la gloria", dijo uno de los pocos negros que participó en el festejo.