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La Cámara alta rusa rechaza al fiscal general nombrado por el presidente

El Consejo de la Federación o Cámara alta del Parlamento ruso no confirmó en su cargo ayer, al fiscal general del Estado en funciones, Alexéi Iliushenko, propuesto por el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, con lo que se abre una nueva crisis entre el Ejecutivo y el Legislativo. La candidatura de Iliushenko, que desempeña el cargo de fiscal en funciones desde finales de febrero pasado, no prosperó por 72 votos en contra y 62 a favor.Iliushenko, miembro del gabinete del presidente, fue designado por Yeltsin para suceder al frente de la fiscalía a Alexés Kazánnik, quien renunció a su cargo tras ser objeto de fuertes presiones del Kremlin para que bloquease la amnistía política promulgada por el Parlamento el pasado mes de marzo. Por aquel entonces, Kazárinik firmó la orden de libertad para los jefes de la rebelión armada de octubre, entre los que figuran el ex vicepresidente ruso Alexandr Rutskói y el que fuera presidente del Parlamento Ruslán Jasbulátov.

El pasado 8 de abril, el Consejo de la Federación rechazó la dimisión de Kazánnik, lo que provocó una seria conmoción política en el Kremlin, que no esperaba encontrar oposición en la Cámara alta. No obstante, al día siguiente, y después de intensas conversaciones con representantes de estructuras cercanas al presidente, Kazárinik optó por reiterar su dimisión, que finalmente fue aceptada por el Consejo. Con esta actitud de Kazánnik, que se retiró del poder judicial con la intención declarada de formar un partido político, pareció conjurada una nueva crisis.

Abierto enfrentamiento

Desde entonces, el Gobierno ruso, en la persona del primer ministro, Víktor Chernomirdin, ha desarrollado un intenso trabajo para que los diputados de la Cámara alta autorizasen la candidatura de lliushenko. Sin embargo, los esfuerzos han sido en vano, y el Consejo de la Federación, formado por representantes del poder regional, entra de nuevo en abierto enfrentamiento con el presidente ruso.

Entre los vicefiscales, la persona de lliushenko no goza de gran simpatía porque se le considera una marioneta de Yeltsin. Cuando presentó su dimisión, Kazárinik denunció que Yeltsin intentó por todos los medios evitar que se aplicase la amnistía a los sublevados de octubre, en contra de la Constitución.

Además, en recientes declaraciones al periódico Komsomóls-kaya Pravda, Kazárinik reveló que, tras los sucesos de octubre, se le sugirió que se las ingeniase para que Rutskói y Jasbulátov fueran sentenciados a la pena capital.

En 1989, Kazánnik cedió voluntariamente su escaño en el Sóviet Supremo de la URSS al entonces desconocido Borís Yeltsin, quien no había conseguido los votos necesarios para ocuparlo, con lo que despejó el camino para su posterior ascenso a la jefatura del Estado.

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