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La obsesión por Kaliningrado

La situación del enclave, separado de Rusia por Lituania, importante prioridad para Moscú

Kaliningrado, una proncia rusa de 15.000 kimetros cuadrados y 0.000 habitantes, se convertido en una de prioridades de la política exterior y defensiva de Moscú, según por expertos militares rusos. En marzo, este puerto del Báltico, separado del resto de Rusia por Lituania y Bielorrusia tras la disgregación de la Unión Soviética, ha sido visitado por el presidente del Consejo de la Federación (Cámara Alta), Víctor Shumeiko, y por el ministro de Defensa, Pavel Grachov, que anunció la decisión rusa de fortalecer la guarnición de Kaliningrado y convertirla en una región defensiva especial; es decir, un territorio estratégico de operaciones, que incluye unidades del Ejército, la Aviación, antiaéreas y parte de la Flota del Báltico.Este anuncio contrasta con las reiteradas negativas rusas, durante los tres últimos aflos, ante las afirmaciones occidentales de que había duplicado sus efectivos en la zona, cifrados en 100.000 militares.

El anuncio evidencia, además, el deseo de Moscú de trasmitir a los Gobiernos occidentales su preocupación por los acontecimientos en el Báltico y su opinión de que "no se puede conseguir ningún progreso real en la creación de un nuevo sistema de seguridad en la región sin tener en cuenta los intereses de los estados bálticos, Rusia incluida".

La separación territorial de Kaliningrado del resto de la federación la hacen más vulnerable pero, a la vez, más valiosa estratégicamente para Rusia que, con la independencia de los países bálticos, ha perdido la mayor parte de sus bases y puertos en dicho mar. La importancia de San Petesburgo, mucho más al norte, se ve limitada por su carácter periférico y por el riesgo de aislamiento de la flota allí ubicada.

La simple alusión a este hecho histórico es una muestra de la inquietud que produce en Rusia el acercamiento a Occidente de los países de la zona: Finlandia y Suecia están a punto de incorporarse a la Unión Europea, enterrando así su tradi, cional política de neutralidad; mientras que Estonia, Letonia y Lituania se han asociado a la OTAN.

Los expertos rusos alegan, para justificar el incremento de la guarnición de Kaliningrado, la aparición en Alemania y Polonia de movimientos que cuestionan la soberanía de Moscú sobre el enclave, que perteneció históricamente a Prusia con el nombre de Königsberg.

El resultado de todo ello es la asunción por Moscú de los planteamientos adelantados por el Servicio de Inteligencia Exterior (antiguo KGB) en un reciente documento ("Las perspectivas de la ampliación de la OTAN y los intereses de Rusia"'), que causó malestar en el Ministerio de Defensa por invadir su ámbito de competencia, pero que resume el temor de Rusia a que el nuevo orden surgido del final de la guerra fría se construya a sus espaldas o, peor, en su perjuicio.

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