Dos heridas abiertas con Hungría
El legado del ex primer ministro Meciar incluye unas deterioradas relaciones con Hungría en dos terrenos: los derechos de la minoría de origen húngaro en Eslovaquia, casi el 12% de la población, que Budapest considera escasos; y el pleito a propósito de un proyecto hidroeléctrico en el Danubio, que ha llevado a los dos Gobiernos al Tribunal de La Haya.El ministro de Exteriores Eduard Kukan enumera entre sus prioridades mantener buenas relaciones con Hungría, con frontera a lo largo de Eslovaquia y un ascendiente histórico de siglos. Kukan considera "muy complejo" el tema de la minoría húngara, casi 600.000 personas, pero está convencido de que su Gobierno y el que saldrá de las urnas en Budapest el mes próximo acabarán creando el sosiego necesario.
Las quejas húngaras, a la vista del clima actual y las declaraciones de sus representantes, probablemente no harán Regar la sangre al Danubio. Ha sido sobre todo la intemperancia del ex primer ministro Meciar la responsable del clima de alta tensión en torno al tema. Meciar nunca se ha privado de agitar ante su clientela política el fantasma de una "provincia autónoma húngara" en el sur.
Los húngaros de origen, que se opusieron frontalmente a la partición de Checoslovaquia, rechazan ahora la remodelación de Eslovaquia en ocho zonas que prepara el Gobierno, que en su opinión fragmentará la relativa compacidad geográfica y étnica, de la que extraen su fortaleza política. De los 150 escaños del Parlamento de Bratislava, 14 están en manos de dos partidos húngaros moderados, aunque uno de ellos,
Coexistencia, tenga fama de radical.
Según Duka Zolyomi, número dos de Coexistencia, nueve diputados, "está claro que la minoría húngara nunca ha querido independizarse de Eslovaquia y tampoco hay un solo motivo de confrontación directa con el Gobierno". La coalición del primer ministro Moraveik ya ha incorporado como oyentes en el Gobierno a los partidos de la minoría.
Arpad Szenassy, primer teniente de alcalde de Komarno, cien kilómetros al sureste de Bratislava y epicentro, con 40.000 habitantes, de las reivindicaciones húngaras, abunda en esta tesis cuando declara en su despacho: "No nos sentimos oprimidos por el Gobierno eslovaco, aunque que remos más derechos'. Komarno es una ciudad plácida y cuidada, capital de una rica zona agrícola donde viven 130.000 personas, el 80% de origen húngaro.
Las reivindicaciones húngaras tienen que ver con su identidad cultural (más escuelas o más rotulaciones en su idioma) y con una mayor autonomía para gestionar el dinero que ingresan o pagan.
El otro contencioso abierto entre Bratislava y Budapest afecta al mayor complejo hidroeléctrico de Europa, Gabc¡kovo-Nagymaros, a lo largo de cien kilómetros del Danubio. Acordado en 1979, diez años después, con el desplome comunista, cristalizó en Budapest una abierta oposición a esta obra de romanos. Eslovaquia decidió ir adelante, y su parte, en la que lleva gastados más de cien mil millones de pesetas, produce ya entre el 10 y el 15% de sus necesidades eléctricas. El conflicto subió de tono en 1992, cuando Bratislava abrió un canal de derivación de casi 20 kilómetros que según Hungría produce desastres ecológicos en su territorio.
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