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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No se explica

PARA MARIANO Rubio, lo único urgente es esperar. Esperar "la resolución de las autoridades para aclarar los hechos" que se le imputan. Frente a acusaciones fundamentadas en documentos de transparente significación, el ex gobernador del Banco de España sólo es capaz de oponer su palabra: se trata de "imputaciones de carácter fiscal que no corresponden a la realidad". Nada le impediría documentar a su vez esa afirmación presentando las declaraciones de renta y patrimonio correspondientes a los años en que, según los papeles publicados por El Mundo, mantuvo una cuenta secreta, supuestamente opaca para Hacienda, en el despacho del ex síndico de la Bolsa de Madrid Manuel de la Concha.Por lo demás, la nota sólo habla de imputaciones "de carácter fiscal", pero la opinión pública también espera explicaciones sobre otras dimensiones del asunto. Por ejemplo, y al margen de que se trate o no de dinero fiscalmente opaco, cómo es posible que el gobernador del banco emisor participe como socio de una compañía financiera que compra una sociedad a un banco privado -que le da a su vez los créditos- y la saca a Bolsa, obteniendo en la operación cuantiosos beneficios.

La cosa es tan escandalosa que es su propia desmesura lo único que introduce alguna duda. ¿Será posible que alguien en su situación institucional se atreva a tanto? De ahí que desde los más diversos medios políticos y periodísticos se insistiera en pedir a Rubio que se explicase. La nota difundida ayer por el ex gobernador se limita a anunciar que no piensa hacerlo. Las menciones al Banco de España, al ex ministro Solchaga y al presidente del Gobierno, innecesarias en un asunto que la nota define como "estrictamente privado", más parecen una forma de ampararse en esas personas e instituciones que de desvincularlos del escándalo.

La designación de dos fiscales, con1a asistencia adecuada de expertos, encargados en exclusiva de la investigación de este caso, es una primera respuesta a la alarma social causada. Pero la evidente dimensión política del asunto requiere, además, un pronunciamiento por parte del Gobierno, al más alto nivel, que vaya más allá del desencanto o la irritación personal por el comportamiento de Mariano Rubio. El hecho de que esté convocado para el próximo martes el debate anual sobre el estado de la nación permite trasladar esas explicaciones al foro parlamentario, más adecuado para la ocasión que otras formas de comparecencia, ya que aúna la inmediatez con la posibilidad de réplica por parte de la oposición. Puede que Mariano Rubio no tenga prisa; los demás lo consideramos inaplazable.

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