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Los 'reality' pasan examen

Estudiantes de la Complutense dan un suspenso a los programas de sucesos

Antonio Jiménez Barca

Fernando Manzano, estudiante de tercero de Químicas, que tenía que atacar a los reality shows, un poco nervioso, soltó: "Casi no he podido dormir preparando este debate; he pasado dos semanas obsesionado con la idea de tener que intervenir en público; he estado a punto de padecer una crisis nerviosa, y ahora comprendo a la gente que quiere salir en este tipo de programas porque a mí también me apetece contar mi historia para disculpar mi nerviosismo". Al momento, aclaró una cosa: "Claro que lo que no soporto es ese tipo de periodista que está continuamente pinchando en busca de lo más morboso".Los ocho estudiantes del debate, cuatro a favor y cuatro en contra, celebrado en el salón de actos de la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense ante 300 alumnos, se habían preparado concienzudamente: estadísticas, citas... (como aquella famosa de Groucho Marx que un día dijo que la televisión le parecía educativa porque cada vez que la encendía se ponía a leer un libro).

Casi no hubo interrupciones, y una campanilla marcaba el final de cada intervención, respetada escrupulosamente casi en todo momento.

Esto no impidió las ironías: "No hay que ser hipócritas: Elena Francis ha existido toda la vida; ahora se llama Isabel Gemio", decía Alberto Sanjuán, de quinto de Periodismo; y la campanilla tampoco evitó que algunas veces, las intervenciones se convirtieran en diálogos: "Cuando dos niños se perdieron en el bosque porque querían salir en la tele, ¿eso qué es?", decía un antireality. "Hombre, la culpa no es de quien hace el programa. Los niños siempre tienen ganas de aventura. Además, todo falla en esta vida. Nadie ni nada es perfecto", contestaba un partidario. "Mira, la gente ahora se mata por salir en televisión para saludar a su abuela. Y respóndeme después de la publicidad", replicó, entre las risas de los asistentes.

Los que defendían los reality shows apelaron a la función social de estos programas ("si me pierdo, que mis padres llamen a Lobatón, que me encuentra"), a la libertad de expresión y a la de los telespectadores para elegir, además del consentimiento de las propias personas que quieren salir. El bando contrario argumentó que este tipo de programas deshumaniza, que la audiencia no es el único baremo por el que ha de medirse una emisión y que deberían existir unos límites. "¿Hasta qué punto tiene derecho Nieves Herrero a desnudar psíquicamente a sus entrevistados?", se preguntaba Guillermo A. Sánchez, de tercero de Sociología.

La votación

Una vez terminado el debate, que duró una hora y media, la votación. Tanto los asistentes como un jurado especial, integrado, entre otros, por José María Carrascal, coincidieron: quien mejor había defendido su postura había sido el equipo de los contrarios a los reality shows. Minutos antes, Sara Conde Dodero, de segundo de Sociología, había terminado así su intervención, que fue la última: "No maquinemos la verdad; tengamos valor y coraje para defender nuestra intimidad y la de todos. Porque si no, ¿quién sabe dónde podemos llegar? Creo que debemos ya concertar una verdadera cita con la vida".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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