Una verbena
La corrida de toros, retransmitida por una cadena privada de televisión, fue una verbena, su protagonista, El Cordobés, el verbenero mayor del reino. Como torero, es posible que tenga los días contados, pero como showman se le augura un gran futuro. La cadena televisiva cuenta ya con un serio aspirante a presentador de concurso, rodeado de mamachichos, con audiencia asegurada.El Cordobés es un espectáculo. De tono menor, es verdad, pero los públicos no son exigentes. Es un comunicador histriónico que gesticula, sonríe, habla, salta, brinca y divierte. Tiene una simpatía natural innegable. No alcanza la categoría de payaso, pero no se le pueden negar sus golpes de gracia. El espectáculo fue divertido. Al menos, eso dio a entender el público, con su alegría permanente.
González / El Cordobés
Toros de Manolo González, justos de presentación, sospechosos de pitones, muy flojos y sosos; el 21, inválido. Manuel Díaz, El Cordobés: pinchazo y media (oreja); estocada (silencio); estocada (dos orejas); pinchazo y estocada (oreja); pinchazo y estocada (oreja); pinchazo, media y descabello (ovación). Salió a hombros. Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 26 de marzo. Casi lleno.
Lo único que desentonó fue que el tal Cordobés, extrañamente, iba vestido de torero. Más sorprendente aún fue que salieron al ruedo seis toros. La gente no le dio importancia ni a lo uno ni a lo otro. Le traía al fresco el torero y los toros. Quería ver a El Cordobés, su flequillo, sus andares, sus miradas, su espectáculo...
Por eso, la gente se lo pasó en grande y al torero lo sacaron en hombros. Pero si en la plaza hubieran mandado los aficionados, a este Cordobés lo corren a gorrazos por las calles de Sanlúcar de Barrameda. Su actuación conjunta fue una pantomima infame e impropia de alguien que pretenda llamarse torero.
No es un torero heterodoxo. Sencillamente, no es torero. Es un imitador pueblerino de alguien que, hace tiempo, mandó en la Fiesta. Lo curioso es que este joven Cordobés anunció en sus inicios un sentido del temple y de la estética que ha abandonado por completo. Es un torero en clara regresión que se habrá convencido de que su espectáculo es más rentable que el toreo. Se le nota que ha practicado sus gestos y sonrisas, pero no con el capote y la muleta. A merced permanente de sus oponentes, es de una vulgaridad insultante. Utiliza con descaro todas las ventajas y defectos del toreo más chabacano, y hasta sus seguidores más cardiacos se aburren solemnemente. Por eso, salta como las ranas o tira la muleta, coge con sus manos los pitones del toro y la emprende a cabezazos con el animal. Ahí, su público muere y le pide, extasiado, más y más.
Ni un pase
Alguna justificación tenía que tener: los toros eran una birria; justos de presentación, tontos y borrachos. En fin, entre torero tan pendiente de su público y toros tan inservibles, no se vio en toda la tarde un pase que mereciera la pena. Ya es casualidad. En el haber de El Cordobés, alguna estocada meritoria. Cuando a El Cordobés lo sacaban a hombros, un desaprensivo gritó: "El sobrero, que pida el sobrero". ¡Habráse visto ...![Pepín Liria, de 21 años, confirma hoy la alternativa en Las Ventas, a las seis de la tarde, con toros de Millares. Sus compañeros de cartel son David Luguillano y óscar Higares, informa Emilio Martínez.]
Babelia
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