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Compañeros de cama en Europa

La política europea hace extraños compañeros de cama, si me permiten adaptar a la Unión Europea la frase de Manuel Fraga, que sabe mucho de matrimonios de conveniencia y necesarias traiciones. Vemos a España aliada con el Reino Unido en la defensa numantina de la actual minoría de bloqueo de 23 votos para las decisiones que la CE no tenga que tomar por unanimidad. Pero es sabido que Mister Major y el Señor González no persiguen los mismos fines. Major quiere evitar que le impongan la Carta social de Maastricht; González quiere asegurarse de que una coincidencia de países nórdicos no vaya a reducir los beneficios que los países "del cinturón de la oliva" puedan recibir de Bruselas.

Entendamos lo que significan las reglas de votación.

Con 23 votos de bloqueo, dos países grandes y uno pequeño pueden aplazar sine die cualquier decisión en el Consejo de Ministros, o de Presidentes y Jefes de Estado, de la Unión Europea. A España le bastaría con unirse con Italia y Grecia para plantarse contra una posible cábala de los nórdicos. Si los votos de bloqueo son 27, hacen falta dos países grandes y dos pequeños. El Gobierno británico cree que el creciente sentimiento anti-Maastricht en toda la Unión le haría fácil encontrar aliados para oponerse a las imposiciones de la Comisión de Bruselas o del Parlamento en Estrasburgo cuando la Comunidad se haya ampliado con la entrada de Austria, Noruega, Suecia y Finlandia.

Monsieur Delors ha amenazado al señor Solana con la reducción o suspensión de los fondos de convergencia destinados a España. Solana ha contestado como el policía duro de una película de gangsters americana: estaba seguro de que Delors no quería que España bloqueara el acceso de los cuatro nuevos.

Confesaré lo que me parece bueno de esta pelea de patio de vecindad. En mi opinión, lo mejor para Europa es que se mantuviera la minoría de bloqueo más baja posible, que se redujeran los fondos de convergencia, y que entraran en la unión los países alpino y escandinavos.

Como no existe una nación europea, ni va a existir nunca si no es a la fuerza y con las armas (que es como se crearon las Uniones de Suiza, EE UU, Alemania, Italia y hoy la de Suráfrica), lo mejor es reconocerlo y crear una comunidad basada en intereses comunes y el respeto a las minorías. El presente sistema de votación mixto, con veto de una sola nación para las cuestiones vitales, y con un mínimo de 23 votos para las menos graves, asegura que sea necesario llegar siempre a soluciones de compromiso y evitar los trágalas.

Los subsidios regionales, que tanto nos gustan a los españoles y para los que queremos mantener vivo el "cinturón de la oliva", son a menudo dañinos para el que los recibe, aunque ello suene a paradoja. Italia ha mantenido durante años una política de subvenciones a su Mezzogiorno, con lo que esta región se ha hundido en la mediocridad y el reparto corrupto del dinero político fácil. Asturias ha gozado de protección artificial del resto de España desde finales del siglo XIX, como ha mostrado el profesor Benito Arruñada en un trabajo aún inédito, con los resultados de tensión social y falta de productividad que contemplamos.

La entrada de los alpinos y nórdicos, y de los polacos, húngaros, checos y eslovacos, llevará a la Unión hacia metas de libre comercio y hará imposible la continuación de la despilfarradora e injusta política agraria.

Como siempre, deseo combinaciones buenas pero imposibles. Si ganan los maquiavelos, y al final seguimos en una Comunidad de Doce, con votaciones mayoritarias y venta de subsidios, tendré que consolarme aderezando mis condumios con aceite de oliva, que espero me abaraten.

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