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Londres exige que la minoría de tres países con 23 votos sea reconocida en un anexo a Maastricht

Lluís Bassets

El Gobierno británico rizó ayer el rizo en las negociaciones de ampliación de la Unión Europea. El ministro de Exteriores, Douglas Hurd, presentó un nuevo texto que pone las cosas aún más difíciles para alcanzar a tiempo el final feliz en las negociaciones de adhesión de Austria, Finlandia, Suecia y Noruega. Lo hizo 22 días después de la fecha inicialmente fijada para el fin de la negociación, cuando todos esperaban una mayor flexibilidad de todas las partes. El Reino Unido propone aprobar un protocolo anexo al Tratado de Maastricht -es decir, una reforma deltratado-, que inscriba el derecho de tres países que reúnan 23 votos a paralizar cualquier decisión del Consejo de Ministros. La oposición de Londres y Madrid sigue bloqueando la ampliación, al menos hasta que el próximo fin de semana vuelvan a reunirse los ministros en loanina (Grecia).

El texto británico indica que "si tres Estados miembros, que sumen como mínimo 23 votos, se oponen o abstienen, el Consejo continuará sus debates hasta que una decisión pueda ser adoptada como mínimo por 68 votos". Y añade: "El Consejo hará todo lo que esté en su mano para alcanzar esta decisión dentro de un plazo razonable".Esta propuesta es más flexible en su contenido que la inicial del Reino Unido, pues pasa de los 23 votos como minoría de bloqueo a la posición española, en que deben ser tres países los que alcancen los 23 votos. También es más rígida en la medida en que pide que se apruebe un documento no tan sólo jurídicamente vinculante sino con rango de anexo al Tratado de la Unión.

Hurd explicó esta propuesta el lunes por la noche a su colega español, Javier Solana, en una cena en la que ambos coordinaron sus posiciones. Tanto Hurd como Solana expresaron ayer su intención de mantenerse firmes y no ceder. Solana dijo que "no hay ninguna propuesta formal encima de mesa", desmintiendo que se discuta oficialmente aplazar la decisión un mes cuando se obtengan los 23 votos de la minoría de bloqueo.

Doble mayoría

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La posición española al entrar en la sala del Consejo era, al menos en teoría, idéntica que al principio de las negociaciones: sí a los 27 votos, menos cuando tres países obtengan 23. Aunque el ministro y los otros negociadores no pueden reconocerlo, España estaría dispuesta a aceptar la fórmula preparada por la presidencia, pues implica un reconocimiento de una doble mayoría cualificada (los actuales 23 y los futuros 27) y supone en consecuencia un punto ganado de cara a la reforma de las instituciones prevista para la conferencia de 1996, en que se revisará el Tratado de Maastricht.

La fórmula de la presidencia empieza reconociendo que la "ampliación de la UE se fundará en una simple trasposición aritmética de las disposiciones actuales de los tratados y que la necesaria reforma institucional de las instituciones, incluidas las condiciones y modalidades de voto en el seno del Consejo, será abordada en la conferencia [de l996]". Sigue considerando, de acuerdo con las tradiciones de la UE, que se buscará el consenso "sobre los temas importantes cada vez que sea posible en plazos razonables y dentro del respeto de los tratados".

El mecanismo concreto que reconoce el derecho de veto a tres países con 23 votos es de una complicación jurídica extraordinaria y no está exento de ambigüedades. Se propone reformar los reglamentos de funcionamiento del Consejo, de forma que la presidencia pueda aplazar una votación un mes cuando tres países reúnan 23 votos, tiempo que se utilizará para buscar una mediación y una solución.

Nada se dice de la convocatoria de una segunda votación, pero se especifica que no podrá aplazarse la decisión una segunda vez. Ello significa, según aseguran los juristas comunitarios, que quedará la posibilidad de no realizar la votación definitiva mientras no sea convocada, cosa que puede decidir el Consejo por mayoría simple. Este montaje jurídico es provisional y desaparecerá cuando se reforme el Tratado en 1996.

La propuesta significa mantener, en último término, la minoría de bloqueo de 27 votos, una vez se han agotado todos los plazos y mediaciones. Pone en juego a la presidencia del Consejo "con la asistencia de la Comisión" en la solución del problema, lo que debe conducir a la búsqueda de situaciones de consenso. Impone "plazos razonables" para hallar solución al conflicto, pero no marca un límite preciso -se había hablado de dos meses- para que actúe la mayoría cualificada nueva. Deja en manos de la responsabilidad del Consejo decidir que se intente una segunda y definitiva votación, que dejaría en minoría a dos países grande y uno pequeño (105 millones de habitantes de promedio).

Esto significa, según fuentes españolas, un reconocimiento del doble sistema de minoría. La intransigencia de los británicos -aún no maduros para el acuerdo- impedía ayer cerrar las negociaciones. Pero esta vez, según un diplomático español, "es el Reino Unido quien aguanta el paraguas y España quien se guarece de la lluvia".

Los Doce tienen un estrecho margen ahora para el acuerdo. O se produce este fin de semana en Grecia o no habrá tiempo para que los cuatro tratados de adhesión lleguen al Parlamento a principios de abril y obtengan en mayo el dictamen favorable en la última sesión de la legislatura. De ser así, los dictámenes deberían ser aprobados por el próximo Parlamento Europeo en octubre, y la ampliación no se produciría el 1 de enero de 1995.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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