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Tropas surafricanas rodean el 'homeland' de Ciskei tras una revuelta de la policía

Tropas del Ejército surafricano rodearon ayer el homeland de Ciskei, donde un motín de policías, que tomó como rehenes a 15 oficiales de ese cuerpo, obligó a dimitir al presidente, general Oupa Gqozo, después de pedir ayuda a Pretoria para sofocar la revuelta. Mientras, en la provincia surafricana de Natal, cientos de negros abandonaron sus casas para huir de los enfrentamientos, que el lunes se cobraron al menos tres muertos, entre seguidores del Congreso Nacional Africano (ANC) y del partido zulú Inkatha.El Comité Ejecutivo de Transición, encargado de controlar la política del Gobierno blanco surafricano hasta las elecciones multiraciales que se celebrarán dentro de cinco semanas, envió dos administradores provisionales a Ciskei, situado en el sureste del territorio surafricano y declarado independiente por Pretoria, en 1981. Las fuerzas de seguridad sublevadas exigen aparentemente que les sean pagadas las pensiones a las que tienen derecho antes de la reincorporación de Ciskei a Suráfrica de cara al proceso electoral.

Un portavoz del Ministerio de Defensa surafricano declaró anoche que las tropas bordean Ciskei y han sido puestas en estado alerta, pero que se mantendrán en la frontera. En un primer momento se barajó la entrada de éstas en Ciskei.

Mientras, en Johanesburgo, el presidente del ANC, Nelson Mandela, y el líder del partido zulú Inkatha, Mangosuthu Buthelezi, llegaban ayer a un acuerdo sobre los nombres y las funciones de los mediadores internacionales que ayudarán a buscar una solución a las divergencias que les enfrentan de cara a las primeras elecciones multirraciales. El anuncio fue realizado en un comunicado conjunto.

Este acuerdo puede despejar la incógnita de la participación del partido zulú en los comicios. Inkatha se ha negado hasta ahora a confirmar su apoyo a las elecciones, ya que afirma que la nueva Constitución no prevé posibilidades de autonomía suficientes para las regiones. Buthelezi proyecta instalar en Natal una entidad llamada Zululandia, que disponga de un máximo de poderes. Éste había pedido que esta divergencia fuese dirimida por un arbitraje internacional, una reivindicación rechazada por el Gobierno de Pretoria y aceptada a regañadientes por Mandela.

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