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La batalla de la dignidad de Gumersinda

"No vamos a votar. Ninguno. No participaremos en un gran fraude ni apeptaremos a un alcalde impuesto". Gumersinda, con ojillos chispeantes y una hoz al hombro, iba el sábado a cortar ramas cerca de San José de las Flores, uno de los tres pueblos, junto con Arcatao y Nueva Trinidad, a los que el Tribunal Electoral había privado de colegios electorales por motivo de fuerza mayor".Si querían votar, los 3.000 electores de estos tres lugares del departamento de Chalatenango, auténticos bastiones de la guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), tenían que recorrer los largos y tortuosos caminos sin asfaltar que los separan de la capital, también llamada Chalatenango y situada en las proximidades de la frontera con Honduras.

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La historia de estas tres poblaciones no deja de ser curiosa. Durante la guerra, una parte de los vecinos huyó a la capital. Allí eligieron a sus alcaldes, todos de la derecha. Eran los "alcaldes en el exilio". Los que se quedaron en la montaña, sin embargo, nunca los reconocieron y se organizaron como "comunidades de resistencia".

Ahora, con la paz, esperaban poder elegir de verdad a sus representantes. Hasta que llegó la orden del Tribunal Electoral. Las protestas de las Naciones Unidas forzaron al tribunal, a última hora del sábado, a colocar las urnas en los tres pueblitos.

El FMLN respiraba hondo porque con esos votos esperaba conseguir, además de las alcaldías, un refuerzo para la Asamblea Legislativa. Y Gumersinda y sus vecinos habían ganado "la batalla de la dignidad".

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