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El Tratado sobre el Cambio Climático, en vigor sin que la UE tenga su 'ecotasa'

Los países ricos se obligan a no aumentar sus emisiones de CO2

El Tratado sobre el Cambio Climático, suscrito por 155 países durante la Cumbre de Río de 1992, entra mañana en vigor y convierte en efectivo el compromiso de los países desarrollados de mantener en el año 2000 sus emisiones de dióxido de carbono al nivel de 1990. La Unión Europea, pese a mantener su compromiso, no ha definido aún el principal instrumento con que pretende forzar la reducción de emisiones: la ecotasa.

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Incógnita para después del año 2000

El convenio parte de la premisa de que, "tanto históricamente como en la actualidad, las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo han tenido origen en los países desarrollados", por lo que son éstos los que deben hacer el esfuerzo de limitarlas. Por el contrario, señala también el preámbulo, "las emisiones per cápita en los países en desarrollo son todavía relativamente reducidas" y las originadas en ellos "aumentarán para permitirles satisfacer sus necesidades sociales y de desarrollo".El principal gas de invernadero y responsable de más de la mitad del recalentamiento que empieza a sufrir la superficie del planeta, es el dióxido de carbono, producto de la combustión de todos los combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas- y de la quema de árboles. De no ponerse coto al uso de combustibles fósiles, se calcula que la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera se habrá duplicado en la segunda mitad del siglo XXI, lo que probablemente provocaría dentro de 100 años un incremento medio de temperaturas en torno a los tres grados. Ese recalentamiento acarrearía una subida de los océanos en torno a 65 centímetros.

La Unión Europea retrasó su ratificación del tratado porque seis países -Alemania, Dinamarca, Italia y los del Benelux- trataron hace un año de ligar ese paso a la implantación de un gravamen sobre los combustibles, la ecotasa, a lo que se opuso el Reino Unido -contrario a cualquier nuevo impuesto- y España, que pretendía y pretende ponerle limitaciones. Finalmente se decidió en diciembre pasado la ratificación sin condiciones, en unos términos satisfactorios para el Gobierno español, dado que la UE se comprometía como conjunto a estabilizar las emisiones de gases de invernadero.

Así, aunque el aumento global de emisiones en la UE sea cero, países más desarrollados como Alemania y Dinamarca se comprometen a efectuar serias reducciones al tiempo que se acepta que los miembros menos desarrollados no las aumenten: España podrá incrementarlas hasta un 25%. Esa diferenciación se sustenta en datos concretos: Alemania emitió 3,52 toneladas de dióxido de carbono por habitante en 1990, más del doble que España (1,51) y más del triple que Portugal (1,05).

Esas diferencias están también en la base de la discusión sobre la ecotasa, que será tratada en la reunión del Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la próxima semana. Luis Carlos Mas, subdirector general de Protección del Medio Ambiente Atmosférico, explica que está bastante consensuada la aplicación de un índice -basado en las emisiones por habitante y la eficiencia energética, entre otras variables- que eximiría de la tasa a los países que se situaran por debajo de él. España pretende también que el gravamen sea progresivo -"que el que más emita, más pague"- una vez superado ese índice, cuestión sobre la que no hay consenso.

Incógnita para después del año 2000

Cuando mañana entre en vigor la convención se habrá ganado sólo una batalla temporal en la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero. La precipitación con que se elaboró y las reticencias de la Administración Bush produjeron un documento cuyas disposiciones sobre control de emisiones alcanzan sólo hasta el año 2000.El secretario ejecutivo de la secretaría de la convención, Michael Zammit Cutajar, dice que cuando finalice este siglo "habrá un gran vacío".

Los logros más importantes de este nuevo instrumento jurídico internacional son para Zammit dos: el primero, que tiene el apoyo de los políticos que "han pensado más allá de sus propios mandatos y han apostado por trabajar para el futuro a largo plazo"; el segundo, que "ha creado el marco que permitirá agregar, elementos más precisos".

"Lo más importante es que los Estados aceptan tratar seriamente el problema de los cambios climáticos y adoptar medidas, a pesar de que todavía persisten incertidumbres científicas sobre su alcance, su impacto y su incidencia regional, subraya.

La primera Conferencia de las Partes (países ratificantes) está prevista para dentro de un año en Berlín. Y después de que la comunidad internacional haya dado un espaldarazo al Fondo para el Medio Ambiente Mundial, comprometiéndose a otorgarle más de 2.000 millones de dólares, no se excluye que en ella se estudie una enmienda al texto del tratado para mejorar sus disposiciones a largo plazo.

Por el momento, los países industrializados que hayan ratificado la convención han de preparar antes del 21 de septiembre un informe sobre sus planes para cumplir sus compromisos.

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