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La palabra y la idea

La irrupción de la Liga Norte y Forza Italia revoluciona hasta el esperpento el 'idioma' de los líderes

Juan Arias

ENVIADO ESPECIALEl escritor y teólogo Baget-Bozzo, en una carta abierta al líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, publicada en el semanal Panorama, le agradece el haber contribuido a la revolución política con "su protesta contra el lenguaje de un moralismo muerto". Y, en efecto, una de las grandes novedades de la política italiana es el cambio del lenguaje de sus nuevos líderes, que está contagiando incluso a los viejos. El nuevo lenguaje es completamente distinto del áulico y retorcido o maquiavélico de la primera república, Convergencias paralelas, Estrategia de la atención, Equilibrios más avanzados.

Como ha dicho a EL PAÍS Gianna Fregonara, autora, junto con Sergio Stimolo, de la obra Onorevole parli chiaro, el viejo lenguaje era el espejo de un sistema que intentaba aplazar y minimizar los problemas en vez de resolverlos.

Con la llegada de la Liga Norte y ahora de Forza Italia está cambiando radicalmente el lenguaje de los políticos, que se ha hecho de taberna, militaresco, anal y fálico como el de Bossi, o bien evangélico como el de Berlusconi. Si la Liga dice que Bossi es capaz, "con un pedo, de sepultar a todas las damas de la aristocracia milanesa", Berlusconi habla como Jesús en las parábolas: "He venido para sembrar", y para sembrar, añade, "a los italianos de buena voluntad".

Otras veces habla de "beber el amargo cáliz". Y, sobre todo, de "milagro", que es la palabra clave de su campaña electoral. Y llega a más en su ímpetu evangélico: "Creo en el respeto hacia todos mis enemigos". La fe de Berlusconi es total: "Creemos en la familia, en el amor, en el trabajo, en las ganancias, en el progreso". Y lo hace por un imperativo casi místico, como si de lo contrario se sintiese traidor a su credo: "No reniego de nada. Creo en el milagro italiano; si no lo hiciera, es como si volviese la cabeza para no verlo". O sea, que se sentiría traidor. Su espíritu evangélico le lleva a creer en la predestinación: "Forza Italia es un movimiento llamado a cambiar el des tino de este país". Personalmente, Berlusconi se siente tan inocente que ha confesado ante las cámaras de televisión literalmente: "No odio a nada ni a nadie, soy incapaz de odiar, hasta el punto de que mi mujer sostiene que me falta know how".

Preguntado acerca de sus defectos, no ha conseguido hallar uno solo. Ha sido su brazo derecho, Gianni Letta, quien ha revelado que a veces, si no defectos, Berlusconi sí tiene una debilidad: "Cae en momentos de depresión", pero añade enseguida que eso tiene un motivo muy concreto y que los culpables son los otros: "Le pasa", dice, "le pasa sólo cuando le contradicen".

De todo otro talante es su compañero político Umberto Bossi, quien, como un plebeyo revolucionario, enardece a sus huestes liguistas con un lenguaje de tipo erótico-militaresco. Empezó diciendo: "Los de la Liga lo tenemos siempre duro", en un alarde fálico. En italiano es: "Ce lo abbiamo duro". Y ya ha nacido una palabra nueva para definir a los de la Liga: celodurismo. Pero además del carácter fálico, el lenguaje de Bossi es, sobre todo, anal. Y así habla de eructos, pedos y comida.

Afirma que sus pedos son tan fuertes que con uno sólo puede dejar blanco el cabello de Scalfaro, presidente de la República. Y en otra ocasión afirma que en realidad "los pedos le competen a Occhetto, que se ve que tiene los esfínteres del miedo incontrolados". En otra ocasión le espetó al serio y caballero Mino Martinazzoli, líder del Partido Popular, la ex DC, que a él "le respondía sólo con un eructo". Pero lo curioso es que el lenguaje vulgar o atrevido de Bossi está contagiando a los viejos políticos. El mismo Martinazzoli, en las últimas elecciones, refiriéndose a Alessandra Mussolini, que se presentaba para alcaldesa de Nápoles, afirmó: "En esta campaña parece que cuenta más el color de las bragas que la inteligencia de las personas", cosa que hace unos años hubiese sido una herejía en boca del casto y católico Mino. Y hasta Beniamino Andreatta, también democristiano, ha afirmado que "ésta es la democracia en bragas que desea Occhetto". Y no podía faltar en el lenguaje de Bossi las alusiones al trasero. Como cuando dice: "Nosotros vencemos y los otros lo reciben en el culo". Y de la vieja DC y del extinguido Partido Socialista de Craxi decía: "Están encantados de ofrecerles el culo al PDS de Occhetto". Y los cojones. Hablando de los democristianos entusiasmó a su público: "Son los cerdos de siempre, dispuestos a romper los cojones".

El lenguaje colorido de la Liga está tomando cuerpo también entre los periodistas. Por ejemplo, Funari, popular presentador de una televisión milanesa, empezó un programa diciendo: "Voy a intentar meter el dedo en el culo del futuro". Más elegante y más corrosivo es Giampaolo Pansa, ex director adjunto de La Repubblica y ahora del semanal L'Espresso. Pansa, que siempre ha sido el periodista más atrevido y fustigador, escritor brillante y de gran fantasía, ahora se está incluso agudizando. En su último artículo hablando de Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional, el partido ex fascista, dice que es "como una lasagna (pasta) que se derrite ante el sol de Berlusconi". Lo llama "cara de seminarista frustado", y afirma que el señor Lasagna, si no está atento, "pronto se meará encima. Una meada apestosa. Una meada de gloria. Meada de gratitud ante el padre eterno [Berlusconil, que lo ha hecho resucitar del sepulcro" (es decir, del fascismo).

Los diarios que más se lanzan al nuevo lenguaje son los controlados por Berlusconi. Hasta el aristócrata Indro Montanelli, hablando de Berlusconi, hoy su enemigo, ha dicho: "Una vez entrado en el circo de la política, ha entrado, ¿lo puedo decir?, en estado de erección".

Ni los animales se salvan. Occhetto habla de "bandas de fieras salvajes". Se multiplican alusiones a los rebuznos, y Bossi dice que a Berlusconi lo tiene "cogido por el rabo como a un gato".

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