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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Indicios favorables

FEBRERO HA interrumpido parcialmente la cascada de malas noticias sobre la evolución de la economía española. La nula variación del índice de precios al consumo (IPC), a pesar de que mantiene la tasa interanual en el 5% alcanzado en enero, es un registro favorable e inesperado. El análisis de los componentes de ese índice refuerza en parte la esperanza de que en los próximos meses continúe una cierta reducción del índice general y de la llamada inflación subyacente (excluidos los precios de los componentes más volátiles: alimentos frescos y bienes energéticos), que ha quedado situada en una tasa interanual del 4,9%, dos décimas por debajo del registro anterior y la menor desde abril de 1988.El elemento sin duda más favorable en febrero está en la continuidad en la reducción de los precios de los servicios, que en conjunto establecen una tasa interanual del 5,8%, frente al 6,5% del mes anterior. Si la tendencia observada durante los últimos meses no se trunca, podríamos estar ante una consistente reducción de esa subida de precios de los servicios y de los bienes industriales no energéticos que desde hace años ilustra las limitaciones estructurales de nuestra economía y constituye el exponente más elocuente de las dificultades para ajustar la evolución de los precios españoles al perfil recesivo de la economía.

Es difícil, en todo caso, que la atonía del consumo privado sea la única responsable de esta desaceleración. La propia naturaleza de esos servicios -las especiales condiciones de su oferta, las menores presiones de la competencia exterior, la existencia de regulaciones, etcétera- no garantiza una adaptación a las condiciones de la demanda similar a la de los precios de los restantes componentes del IPC. Para asentar esa tendencia de reducción de precios sigue siendo necesaria, por ello, la adopción de las reformas estructurales previstas en algunos subsectores de los servicios.

El fortalecimiento de este imprescindible freno a la inflación puede apoyarse tanto en la continuidad de la atonía del consumo privado como en el comportamientó menos expansivo del consumo público. Necesario será, además, que los salarios muestren una evolución acorde con esas menores presiones inflacionistas esperadas y la magnitud del desempleo existente en nuestro país. Las cifras de paro registrado en el Inem conocidas ayer son, efectivamente, menos adversas que las de meses anteriores, pero están lejos de representar ese cambio radical en la tendencia anticipado por algunos miembros del Gobierno con tanta ilusión como voluntarismo.

Frente al aumento del paro en 49.000 personas de febrero del año pasado, en el presente han sido 5.122, al tiempo que ha aumentado significativamente el número de contrataciones; la cifra total de parados registrados alcanza a 2,7 millones de personas, un 18,01% de la población activa. La señal más favorable la aporta el ligero descenso del paro en la industria y en la construcción; su extensión al resto de los sectores va a depender en gran medida del resultado final de la reforma del mercado de trabajo, actualmente en el Parlamento, de las actitudes sindicales en la negociación salarial y de la necesaria continuidad de la caída de tipos de interés.

Las favorables expectativas creadas por los acuerdos en diversas negociaciones salariales en Alemania y la igualmente positiva evolución de los precios en Francia durante el mes de febrero contribuyen a reinstaurar las condiciones necesarias para que el conjunto de Europa continental emprenda la recuperación. Para que España pueda incorporarse a la misma deben aún pasar muchas cosas. Sería ridículo caer en la autocomplacencia por este último dato de inflación, todavía muy superior al promedio comunitario, o por los nuevos datos de empleo. Son indicios esperanzadores, pero todavía absolutamente insuficientes como para concluir que ha comenzado el esperado cambio de tendencia en nuestra economía.

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