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Eutanasia

Jorge M. Reverte

Hay un señor al que los jueces no le dejan morirse porque existe un vacío legal. Lleva varios lustros en la cama, sin la menor capacidad de movimiento, Imposibilitado para las tareas más sencillas. Sólo le queda el raciocinio y la capacidad de expresarse con la cabeza. No puede suicidarse, ni para eso tiene autonomía. Y pide que le dejen morir de una forma suave, serena e indolora.Tenemos un vacío legal que permite que un hombre viva contra su voluntad, como tenemos un montón de llenos legales que hacen que muchos seres mueran contra la suya.

El hombre que se quiere morir no se enfrenta a un castigo si lo intenta. El asunto está en que, ahora, nadie se puede atrever a ayudarle, porque puede pasarse 12 años en una cárcel muriéndose. Para quien ayude a un enfermo a morirse así existe legislación, que se puede llamar homicidio; hasta se puede llamar asesinato.

Este hombre ha cometido un error. A diario, en nuestro país, se practica la eutanasia. Pero se hace de tapadillo. Un buen número de médicos o de familiares de enfermos la practican sin sufrir cargo de conciencia. Y un buen número de enfermos terminales de cáncer ven reducidos sus dolores. Los familiares se enfrentan a una muerte digna. Sólo sufren algunos clérigos desviados, que piensan que el castigo de la carne es un óptimo caldo de cultivo para la salvación de las almas ajenas (no sabemos si en su paraíso tiene castigo la asistencia a prolongar agonías).

El vacío legal hace que matar a una madre sana sea igual que ayudar a morir a una que ya sólo siente dolor (el dolor puede llegar a ser compañero exclusivo; el amor, no),

Los que hemos matado a nuestra madre, los médicos que nos han ayudado, queremos salir de la clandestinidad para que a este señor le d eje irse de una puñetera vez un vacío legal.

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