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Entrevista:

"No hay ni un solo país donde no se violen los derechos humanos"

José Ayala Lasso, de 62 años de edad y ex ministro ecuatoriano de Asuntos Exteriores, es el nuevo y primer alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Ha sido nombrado recientemente para el cargo por el secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, y desempeña el puesto desde el 1 de marzo. La difusión de los derechos humanos ocupa el primer lugar en su agenda. "Cuando hablamos de derechos humanos nos referimos habitualmente a los derechos civiles y políticos; casi nunca nos referimos a los derechos económicos y sociales, ni al desarrollo de los pueblos", precisa.A pesar de que una de las principales tareas de la ONU ha estado centrada en el desarrollo económico y social de los pueblos, el alto comisionado va a trabajar "para que las utopías se hagan realidad". "Hay que dotar al derecho al desarrollo de un significado no sólo conceptual sino también operativo", dice Ayala

Lasso. En este sentido, también va a intentar fortalecer la interdependencia entre democracia, desarrollo económico y derechos humanos. "La democracia es el ambiente más adecuado para fortalecer los derechos humanos. No hay democracia real sin respeto a esos derechos. Si se respetan tenemos la situación ideal para el desarrollo económico", asegura.

El antiguo jefe de la diplomacia ecuatoriana prefiere no hablar de países prioritarios, porque "no hay uno solo donde no se perpetren violaciones de los derechos humanos". Una parte importante de las actividades que tiene previstas en estos cuatro años de mandato renovable es precisamente visitar el mayor número posible de los Estados miembros de la ONU. Para elaborar estos viajes, a fin de que "no sean meramente turísticos", va a tener en cuenta dos criterios: "la imparcialidad y la objetividad alternadas con la necesidad de hacer dichas visitas".

Además del contacto telefónico directo que tendrá con las autoridades dé cada país también pretende aprovechar la presencia de los embajadores ante Naciones Unidas en Ginebra, sede del alto comisionado, para intentar hacerles pasar su mensaje. "El hecho de que se haya aprobado por consenso la resolución de crear el puesto de alto comisionado me permite tener un contacto permanente con los Gobiernos. Se me ordena tener ese contacto permanente", afirma Ayala Lasso.

En el caso de que la situación de las violaciones de las libertades fundamentales en algún país llegara a ser insostenible, el alto comisionado informaría al secretario general de la ONU, quien en última instancia tiene la capacidad de juzgar si este caso se eleva a la autoridad del Consejo de Seguridad o no.

En estos primeros días de toma de contacto con su nuevo trabajo, al que ha llegado desde la Embajada de Ecuador ante la ONU en Nueva York, Ayala Lasso está tratando de poner en marcha una oficina "que tendrá muy poco personal para no aumentar la burocracia" y dar contenido a esta nueva institución, que será el comando de la alta política para la lucha a favor de las libertades. Pretende hacer de éste un mecanismo capaz de mejorar la asistencia técnica que le reclaman los Gobiernos y asesorar a los nuevos países independientes.

Las pretensiones de Ayala Lasso podrían verse frenadas por su exiguo presupuesto de 1,4 millones de dólares (unos 196 millones de pesetas) para los dos próximos años, aunque confía en que haya un incremento cuando la Asamblea General'de la ONU reciba el proyecto de trabajo que está elaborando al comienzo de la reanudación de sus sesiones el próximo mes de abril. La falta de presupuesto lo considera "una incoherencia explicable". "Todos están de acuerdo", añade, "en la importancia de esta institución, pero al mismo tiempo la ONU está profundamente preocupada por los aspectos financieros, especialmente ahora que ha iniciado una nueva era de prestigio ganada por su participación en operaciones de paz".

Algunas organizaciones no gubernamentales han alzado su voz ante el nombramiento del alto comisionado, alegando que carece de experiencia en derechos humanos, crítica refutada por Ayala Lasso, que no cree que haya "expertos en la materia sino el espíritu de buscar a través de una acción la posibilidad de contribuir a una solución".

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