El fundador de Anaya comunicó a un directivo que le había espiado
Germán Sánchez Ruipérez, fundador de Anaya, afirmó el 20 de abril de 1993, ante dos de sus directivos, que conocía movimientos y conversaciones confidenciales de uno de ellos, ya que le investigaba por supuestas deslealtades, según una cinta que posee la policía y testimonios de personas conocedoras de la conversación. La desarticulación de una red de escuchas muestra que ese directivo fue espiado por la agencia Lince, cuyo dueño, José Antonio Guisado, asegura a la policía que trabajó para Anaya.
A las diez de la mañana del 20 de abril de 1993, en la sede central del Grupo Anaya y, en concreto en el despacho del presidente fundador, Germán Sánchez Ruipérez, se produjo una tormentosa reunión. En ella, según las citadas fuentes, Sánchez Ruipérez, acompañado de un miembro del consejo de administración, desgranó una serie de quejas sobre otro directivo presente con el fin de arrancarle la dimisión. El directivo en cuestión rebatió las acusaciones de deslealtad que le planteaba el entonces máximo responsable ejecutivo del Grupo Anaya, hoy presidente honorífico del grupo editorial.En un momento de la discusión, Sánchez Ruipérez apoyó sus argumentos sobre la supuesta traición de su empleado asegurando que le tenía bajo investigación desde hacía dos meses y medio, y que conocía todas sus andanzas y conversaciones.
El directivo, según personas próximas a él, no creyó que hubiera estado sometido a espionaje, pero ha debido cambiar de opinión tras haber sido citado por la policía hace sólo unos días. Varios agentes le han mostrado material que prueba que efectivamente fue espiado ilegalmente.
En primer lugar, el ex directivo leyó la transcripción de una conversación telefónica que había mantenido desde su despacho de la empresa Editorial América Ibérica, empresa en la que figura como consejero el actual consejero delegado de Anaya. Los folios habían sido intervenidos por la policía en la sede de la agencia de seguridad Lince.
También ante la policía, el ex directivo de América Ibérica escuchó en cinta magnetofónica, también incautada a Lince, la controvertida conversación del 20 de abril de 1993 en el despacho de Sánchez Ruipérez. Ambos elementos, la cinta y la transcripción, estaban en un despacho del número 96 de la calle de Valderribas, de Madrid, donde trabajaba José Antonio Guisado, dueño de la agencia de investigadores privados detenido esta semana y puesto a disposición judicial.
Gonzalo Casado, abogado del detective, asegura que no está probado que Lince haya pinchado los teléfonos. Sin embargo, Casado admite que el citado investigador privado "se ha limitado a documentar con un comportamiento irreprochable investigaciones que realizaba", entre ellas sobre la editorial Anaya.
Este extremo podría ser esclarecido a partir de los contratos intervenidos por la policía en Lince, que evidenciarían si esta agencia involucrada en escuchas ilegales fue contratada por directivos de Anaya y con qué finalidad. El detective detenido, que ayer pasó a disposición judicial, se ha acogido al secreto profesional al declarar ante los policías de la Unidad de Seguridad Privada. La juez encargada del caso, Belén Pérez Flecha, de 32 años, ha decretado el secreto del sumario.
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