Una historia de amor encendió la mecha
Una disputa pasional puso a la policía sobre la pista de la Agencia de Detectives Lince. El pasado enero, un vecino de la urbanización La Moraleja denunció en un juzgado de Alcobendas (Madrid) que estaba siendo víctima de un espionaje supuestamente encargado por su pareja, de la que estaba en trámites de separación. La juez Belén Pérez Flecha ordenó que se investigara el hecho.Días después, la policía localizó en el entorno del denunciante varios aparatos de escucha y comprobó que correspondían a la agencia de seguridad Lince. Lince había sido contratada para seguir los pasos del denunciante, presuntamente por un problema de celos.
La policía comprobó que, efectivamente, la agencia del detective José Antonio Guisado estaba empleando sistemas muy singulares para proporcionar información sobre sus objetivos. Hace dos semanas, la juez autorizó a los policías que penetraran en la sede de Lince y se llevaran el material que encontraran: cintas magnetofónicas correspondientes a medio centenar de conversaciones y material técnico para realizar las escuchas. Así obtuvo la policía pruebas de que Lince hacía espionaje en Anaya.
Y es que buena parte de los trabajos contratados por Lince no se refiere a disputas sentimentales, sino al terreno industrial. Los funcionarios de la Unidad Central de Seguridad Privada han recorrido media España estos días para tomar declaración a la media docena de empresarios investigados y grabados por esta minúscula agencia.En la guía telefónica, José Antonio Guisado, se presenta como abogado, aunque no figura inscrito en el colegio de abogados de Madrid, ni aún como no ejerciente. Una empleada de Lince declinó ayer hablar del caso que, a su juicio, "no tiene trascendencia" y definió el interrogatorio de su patrón como "mero trámite".
Según Interior, esta agencia de detectives estaba legalmente registrada. El contenido de la mayoría de las cintas carece de relieve, y sólo sirve para probar las escuchas ilegales, según implicados en el escándalo.
EL PAÍS intentó sin éxito recabar la versión de Germán Sánchez Ruipérez -de viaje en el extranjero-, presidente fundador del Grupo Anaya y de su filial Editorial América Ibérica, firma a la que pertenecían los directivos espiados hace un año.
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