Vecinos de la Dehesa de la Villa impiden que un sacerdote abra un centro para presos enfermos
El capellán de Yeserías, Jaime Garralda, director de la asociación Horizontes Abiertos, esperaba abrir esta semana unhogar para reclusos con enfermedades terminales como el sida. Pero los vecinos de la calle Federico Rubio y Gali, en Moncloa, donde está el colegio José Gutiérrez, Solana que el Ayuntamiento destinó al proyecto, se han opuesto. El consistorio ha cedido ante sus protestas y los presos tendrán que buscar otro barrio que no les rechace.
Este colegio, próximo a la Dehesa de la Villa, llevaba tres años cerrado. En septiembre el consistorio lo cedió a Horizontes Abiertos para poner en marcha el proyecto de Gonzaga, destinado a cuarenta reclusos y exreclusos, la mayoría con enfermedades terminales como el sida y el cáncer, y otro pequeño grupo de presidiarios que estudian.Esta asociación, que lleva veinte años trabajando con convictos, cuenta con subvenciones del Ministerio de Asuntos Sociales. Su programa es profesional, con personal sanitario, psicólogos y monitores. Además, disponen de un centenar de voluntarios.
Pero, según asegura la consejera de la Concejalía de Servicios Sociales Tatiana Querejeta "desde hace una semana han arreciado las llamadas de protesta de los vecinos".
"Se quejan de que se va a llenar la zona de manguis y de que bajará el precio de sus pisos", asegura. "Hablamos con la asociación y decidimos que con ese ambiente hostil no se podía llevar a cabo un proyecto que persigue la integración", concluye.Enfermos destrozados
Jaime Garralda, vinculado a la cárcel y a los barrios empobrecidos de la ciudad, se pregunta cuáles son esos graves riesgos de los que hablan algunos vecinos de esta zona apacible y residencial. "La mayor parte de las personas que iban a venir aquí son enfermos destrozados que se pasan el día en la cama; otros, menos graves, vivirían tutelados por nosotros", explica.
"No deben permanecer en la cárcel porque están muy enfermos, carecen de casa y de los hospitales les echan, ¿dónde deben ir, a la calle, para morirse dentro de un coche?", se pregunta este sacerdote de 72 años.
La caja de los truenos se destapó la semana pasada, después de un mes de obras en el colegio. Los vecinos aseguran que varios jóvenes con aspecto, desaliñado recorrieron los pisos pidiendo dinero y comida y explicando el proyecto. El vecindario no tenía ninguna información y comenzaron las llamadas al consistorio.
Garralda desmiente rotundamente que las personas que recorrieron las viviendas pertenezcan a la Fundación. "Nuestro estilo no es mendigar por las casas, alguien les envió para crear alarma y para que los vecinos firmen en contra de algo que no conocen", concluye. Tiene sus sospechas puestas en una inmobiliaria con intereses en la zona.
Numerosos residentes se quejan de que en el Ayuntamiento no se les haya hablado claro. Uno de ellos es José Luis López, que ayer llevó unas cuatrocientas firmas en contra del centro a la Casa de la Villa.
"Quizá nos hemos precipitado, yo he firmado en contra de que traigan aquí a dormir a decenas de presidiarios sin orden ni concierto, pero no tengo nada que oponer si existe detrás un proyecto serio que tenga controlada la situación", asegura.
Otros son expeditivos: "¿Si están enfermos por qué no se los llevan a la sierra o junto a la casa del alcalde?".
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