El butrón del Central Hisipano fue un golpe de precisión
Un golpe de precisión. Los butroneros que en la madrugada del pasado sábado desvalijaron 61 cajas de seguridad de una sucursal madrileña del Banco Central Hispano apenas gastaron músculo. Los ladrones conocían al milímetro la estructura del inmueble donde se ubica el banco, al que sólo se puede acceder por la calle (véase El País Madrid de ayer). El inmueble, sin embargo, acoge otros portales. Uno de ellos comunica con un garaje en el sótano. Desde éste practicaron el agujero de 30 centímetros de diámetro por el que se llevaron una fortuna de "varios cientos de millones", según fuentes de la investigación.Para llegar al corazón de la sucursal -plaza de Santa Bárbara, 5- les bastó cortar un nudo telefónico, forzar una débil puerta de metal y derribar un tabique de ladrillo de siete centímetros de grosor. Así, con pico y palanca, burlaron toneladas de cemento y metal. Nadie vigilaba. El punto de partida de la operación fueron unas oficinas en el mismo inmueble -aunque no comunicadas con el banco- y con portal independiente. Allí se accede desde la puerta principal -que permanece abierta la mayor parte del día- y desde el garaje.
Estas entradas permiten llegar -por escalera o ascensor- al primer sótano, donde está el nudo de las líneas telefónicas y un trastero utilizado por el portero. Los butroneros cortaron las líneas telefónicas. La alarma que comunica el banco con una central de seguridad quedó desconectada.
PASA A LA
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Nigún afectado denuncia el butrón del Central Hispano
Forzaron con una palanca la puerta metálica del trastero. Un tabique de ladrillo separa esa habitación del sótano del banco donde se ubica la cámara acorazada con las cajas de caudales Practicaron el butrón. Las alarmas antiincendio y antisísmica, independientes del sistema telefónico, permanecían activadas según una fuente bancaria.Los butroneros se adentraron hasta la cámara de caudales. Fundieron, presumiblemente con soplete, el blindaje. Una fuente bancaria señaló que durante la faena sonaron las alarmas que no habían sido desactivadas. Con el edificio deshabitado, nadie avisó a la policía. Los ladrones reventaron las cajas. Con las alarmas de fondo, huyeron por donde entraron. Apenas dejaron huellas. A primera hora del domingo, el portero descubrió el butrón.
Y tras el robo, silencio. Ninguno de los afectados por el butrón presentó ayer denuncia, según informó la Jefatura Superior de Policía. Y ello pese a que se saquearon 61 de las 75 cajas de seguridad alquiladas -el resto, hasta llegar a 170, estaban vacías-. Este es el tercer butrón que sufre en los cinco últimos meses una sucursal del Central Hispano en Madrid. Ninguno de los ladrones ha sido detenido.
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