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Amenazas de bomba en nombre de ETA colapsan las comunicaciones de tres ciudades belgas

Lluís Bassets

Una amenaza por carta con la rúbrica de ETA consiguió paralizar ayer las estaciones ferroviarias centrales de tres ciudades belgas, la capital (Bruselas), Lieja y Gante, y crear serios problemas de desplazamiento durante buena parte del viernes por la tarde, justo cuando empezaba el fin de semana. El escrito decía que una bomba de gran potencia iba a estallar en cada una de las tres estaciones entre las cuatro y las siete de la tarde. Un portavoz de Herri Batasuna en Bélgica desmintió categóricamente que las amenazas tuvieran su origen en la organización terrorista y aseguró que se ha tratado de una provocación.

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Según HB, el objetivo de la maniobra séría enemistar a la población belga con dos supuestos colaboradores de ETA, sobre cuya extradición debe decidir el Gobierno de Bruselas en los próximos días.Una carta escrita en lengua flamenca y dirigida por correo a la protección civil de Gante advirtió ayer que iba a producirse una fuerte explosión en las estaciones centrales de Bruselas, Gante y Lieja entre las cuatro y las siete de la tarde. La carta no hacía referencia a ninguna reivindicación, y junto a la firma de ETA contenía un extraño signo en árabe, según aseguraron fuentes de la policía.

La amenaza desencadenó la alarma en las tres ciudades, que desalojaron sus respectivas estaciones a partir de la una y media de la tarde. Los trenes dejaron de circular y la principal línea de metro de Bruselas interrumpió su servicio en las cuatro paradas adyacentes a la de la estación central.

Desalojos

Cinco líneas de autobuses que circulan por el centro de la capital belga fueron desviadas también. Servicios especiales de autobuses garantizaron la sustitución de metros y trenes entre las estaciones clausuradas. Numerosas fuerzas de policía realizaron un detallado registro de las instalaciones. En el dispositivo de alarma fueron movilizados efectivos de los bomberos, la Cruz Roja, la policía y servicios especiales de detección y neutralización de explosivos.Los accesos a esta estación, vecina de la famosa Grand Place, fueron cortados en 200 metros a la redonda. Los bomberos dejaron mangueras desenrolladas y conectadas a los puntos de suministro de agua en los andenes y vestíbulos con el objetivo de facilitar una actuación urgente en caso de que fuera necesaria. En Gante, fueron desalojadas las escuelas próximas a la estación. "Nos hemos tomado la historia en serio", aseguró un portavoz de la gendarmería.

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Bélgica no ha sufrido atentados ni amenazas en lugares públicos en los últimos 10 años. A finales de los años setenta y principios de los ochenta se registraron numerosos incidentes con un grupo terrorista de extrema izquierda, las Células Comunistas Combatientes, que actuaban coordinadas con el francés Acción Directa. En 1984 hubo un atentado con bomba en el Palacio de Justicia de Amberes con motivo de una vista de extradición de militantes de ETA.

Un comité de emergencia organizado en el Ministerio del Interior controló las operaciones y decidió, poco después de las cuatro de la tarde, que el mensaje no tenía suficiente verosimilitud, por lo que recomendó a las tres alcaldías que restablecieran la circulación de trenes y metros.

Louis Tobback, ministro del Interior, reconoció por la tarde la existencia de algunas anormalidades en la alarma creada.

El ministerio se enteró de la amenaza en el mismo momento en que la agencia belga daba a conocer la noticia y del desmentido de HB, o de ETA militar, a través de la radio, según una primera versión del titular del departamento, corregida porteriormente por uno de sus subordinados, que atribuyó el conocimiento del mentís a la seguridad del Estado.

Un portavoz de Herri Batasuna en Bruselas había asegurado a media tarde que ETA nada tenía que ver con las amenazas, que atribuyó a un deseo de enemistar a la población belga con los dos supuestos colaboradores de ETA, Luis Moreno y Raquel García, sobre cuya extradición debe decidir el Gobierno en los próximos días.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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