'Collejón'
Celtas CortosJesús H. Cifuentes (voz, guitarra), César Cuenca (guitarra, banjo), Alberto García (violín, trombón), Carlos Soto (flauta), Goyo Yeves (saxo), Nacho Martín (teclados), óscar García (bajo), Nacho Castro (batería). Sala Aqualung. 1.500 espectadores. Precio: 1.800 pesetas. Madrid, 23 de febrero.
Bajo el irónico título de Tranquilo, majete, el alegato de Celtas Cortos mueve a la acción. Están los de Pucela por el revulsivo de conciencias y contra el aburguesamiento del sillón. A lo largo de la primera de sus dos noches madrileñas, la banda se solidarizó públicamente con asuntos tan variados como la lucha zapatista del México más deprimido y la simpatía por El Gran Wyoming, recientemente despojado de su programa televisivo.
Desde hace tres años, esta agrupación folclórica", según expresión de Jesús Cifuentes, ha conectado con el gusto popular por medio de su capacidad para conjugar estilos e instrumentos variopintos. Si Celtas Cortos no se hubiera desviado de su estreno en Salida de emergencia, un disco exclusivamente instrumental bajo la etiqueta de rock celta, tampoco habría llovido el platino que baña las obras posteriores. La fusión de distintas corrientes musicales y unos textos a pie de calle forman la base del éxito de esta nutrida banda. De lo contrario, el futuro de estos vallisoletanos ya estaría limitado a un exiguo circuito folk donde manda una audiencia hilada fundamentalmente con un cierto sentimiento de hippismo.
Sin embargo, es precisamente cuando Celtas Cortos insiste en sus raíces cuando el público emprende el salto común. Actualmente son contadas las ocasiones para iniciar la juerga a ritmo tradicional, puesto que su repertorio va ganando en número y diversificación. En este sentido, cuando llega la hora de la melancolía, nada como la viva imagen de la depresión que expresa La senda del tiempo, resultado que el grupo no ha sido capaz de repetir en las siguientes entregas.
Ya sea exponiendo la realidad cruda o mediante la diversión compartida, Celtas Cortos siempre están prestos a sorprender con un collejón a aquel que se les duerma. Se despidieron con su grito tradicional: "Nos vemos en los bares".
Babelia
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