Los zapatistas no se disolverán si no hay un acuerdo con el Gobierno mexicano
El subcomandante Marcos, el universitario enmascarado que dirige la guerrilla zapatista de Chiapas, anunció ayer que hay un avance en el diálogo ya establecido con el Gobierno mexicano, pero advirtió que si se producen presiones exógenas o se precipitan las conversaciones existiría riesgo de ruptura, lo que significaría volver a la guerra. Marcos dijo que, de lograrse la paz, ya no sería necesaria la guerrilla, aunque precisó que no se disolverá hasta haberse cumplido los acuerdos.
Enmascarado y con su pistola al cinto, Marcos compareció dos veces en las últimas horas ante los periodistas. La primera fue el martes por la tarde para hacer un balance del segundo día de conversaciones y la segunda ayer en la mañana para anunciar, entre otras cosas, que el cambio político que necesita México rebasa la mesa de negociación de San Cristóbal de las Casas y deberá ser debatido por una comisión general compuesta por el conjunto de los partidos políticos.Marcos pidió a los medios de comunicación que no dejaran solo al Ejército Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN) y dejó entrever que la presencia masiva de periodistas nacionales e internacionales en San Cristóbal de las Casas les ayuda a mantener el pulso en alto durante la negociación, y también a que la sociedad no se olvide de ellos.
El líder guerrillero compareció el martes junto a la dirección del EZLN ante el altar mayor de la catedral de San Cristóbal. Minutos antes había hablado el obispo Samuel Ruiz para anunciar, en su calidad de mediador, que "el trabajo avanza con gran responsabilidad por ambas partes, lo que permite augurar resultados positivos". Y al final lo hizo el comisionado Manuel Camacho, que fue muy crítico con el sistema político al que pertenece y le recriminó no estar preparado para afrontar una profunda reforma democrática en el país, lo que, a su juicio, es necesario porque son muchas las personas, entre ellas él mismo, que la demandan.Gran expectación
El silencio reinante en la catedral y la salida por la sacristía de los encapuchados, que marchaban de uno en uno, hacían más grande la expectación a medida que pasaban los segundos. Con parsimonia, pero muy seguro de sí mismo, el enmascarado Marcos fue indicando a sus compañeros, también encapuchados, su ubicación ante los periodistas. Con voz lenta pero firme, tomó la palabra para hacer un llamamiento a los gobernantes y a los gobernados de México.
Dijo que en este regreso a San Cristóbal se había reencontrado con la patria, la misma que "nos había olvidado en el último rincón del país, el rincón más solitario, el más pobre y el más sucio". Y se preguntó: ¿Por qué nos dejó ahí tantos años? ¿Qué ocurre en este país que es necesario matar y morir para decir unas palabras pequeñas y verdaderas sin que se pierdan en el olvido?"
Marcos hizo una crítica a la sociedad mexicana en general por haberse olvidado de Chiapas y por haber marginado a los indígenas. Afirmó que el EZLN no iba a desperdiciar esta oportunidad que se le estaba dando para alcanzar la paz y aseguró que se sentía esperanzado, ya iniciadas las conversaciones con el comisionado Camacho, de que esta paz llegue acompañada de justicia, dignidad, democracia y libertad para -los indígenas de Chiapas.
Reconoció haber escogido el 1 de enero "un camino suicida", pero subrayó que la lucha armada no tendría razón de ser en el futuro si se logran unos acuerdos justos entre una y otra parte. También recordó que mientras negocia con Camacho las armas permanecen lejos de la mesa de conversaciones, y precisó que no entendía por qué había tanta expectación sobre sus ocultos rostros ya que, en su opinión, no existían para México antes del 1 de enero. "Si quieren saber qué hay detrás del pasamontañas, tomen un espejo y mírense ustedes mismos", dijo.
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