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Impedidos por decreto

Muchos consumidores tienen que hacer la compra en domingo

El Gobierno central pasó la patata caliente de la regulación de los horarios comerciales a la Comunidad, y ésta a los ayuntamientos, que tampoco quieren quemarse. Los pequeños comerciantes y los sindicatos amenazan con movilizarse, y cada asociación de consumidores defiende una postura diferente de las demás. Mientras tanto, los que se ganan el jornal entre semana quieren comprar patatas, pero endomingo. No en vano, el 20% de la facturación de los grandes almacenes se recauda en días de fiesta, según la patronal del sector."Que me expliquen por qué un día de fiesta puedo comprar una bandeja de pasteles y no un kilo de patatas", cuestiona Elisa Sánchez, periodista de 28 años, casada con un informático. Y se indigna: "Es que en este país vamos para atrás, como los cangrejos ¡A ver por qué vamos a tener que comprar cuando diga Leguina o quien sea!". Cuando se le menciona que el pequeño comercio genera el 80% de los empleos del sector no atiende a razones: "Si, ya, dicen que se van a perder puestos de trabajo del pequeño comercio, pero, ¿y la gente que trabaja los domingos en las grandes superficies? Además, la mayoría de los tenderos son propietarios, y contratan a mucha gente en precario; es la típica imagen del chico de los recados que por cuatro duros y propinas hace lo que sea".

Si la foto de los sesenta era la merienda de pan con chocolate junto al seiscientos, los domingueros de los noventa se pasan la fiesta en el híper paseando un carrito donde el compact disc se apiña con la arielita, las galletas y un ficus de metro y medio. Cada vez es menos frecuente la entrañable escena del ama de casa departiendo con el carnicero del barrio. "La incorporación de la mujer al trabajo ha modificado los hábitos de compra, hasta el punto de que el 40% de los consumidores compra una vez por semana, frente al 25% que lo hace diariamente", sentencia la Federación Unión Cívica Nacional de Consumidores y Amas de Hogar de España.

"Tengo que comprar los domingos pero es que, además, quiero [recalca] comprar los domingos", explica Fernando, un industrial de 38 años que convive con una gerente de empresa y su hija, y añade: "¿Los sábados? ¡Sagrados! ¿Después de currar toda la semana, levantarme temprano para ir al supermercado?" Ambos trabajan en empresas privadas, "sin horario, o sea, todo el día", apostilla. Él es hijo de un tendero tradicional y no ve la amenaza para el sector. "Yo voy expresamente hasta una tiendecita a comprar las fabes, porque tienen las mejores". Y resuelve: "Para eso tienen que estar las pequeñas tiendas, para las delicatessen; pero lo demás prefiero comprarlo en el híper". ¿Por qué? "Porque pago con tarjerta, más barato, hay de todo, cambian los artículos y abren los días de fiesta", enumera.

Alfonso Tezanos, director de la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas (Copyme) zanja la cuestión: "En los grandes almacenes los productos frescos son de menor calidad, no se fía al cliente, y son más baratos sólo los productos de oferta, pero en otros artículos no". Y añade que con 72 horas semanales de apertura se acaba el problema de los horarios incompatibles. Tanto él como María Rodríguez, presidenta de Acurema, la asociación de consumidores que más se opone a la libertad de horarios, admiten que compran en grandes almacenes y en domingo. "Decirlo es valiente, pero lo hago porque no tienen nada que ver las ideas que defiendo en mi trabajo con mi vida privada", zanja Tezanos.

"Mi problema no es el suyo"

Mara es asistente social y su marido es chófer de un conocido empresario madrileño. "Si cierran los domingos, tendré que buscarme a alguien que me haga la compra los días entre semana", se lamenta. Ese mismo problema lo tiene Teresa Ordosgoiti, secretaria en un colegio. Compra en domingo porque algunos sábados trabaja y ese día su hijo la lleva en coche. Cuando se le mencionan los problemas del pequeño comercio contesta: "A ellos no les importan las dificultades que pueda yo tener; yo no sé cuál es su problema; conozco el mío, y la solución es que abran los domingos".La presidenta de la Acurema entiende a quienes piden la libertad de horarios: "Es normal que la gente quiera que todo esté abierto todos los días, pero por encima de eso está la libertad de mercado, que todos los comercios concurran en igualdad de condiciones, y no haya monopolios que, al final, impongan sus criterios. A la larga, esa libertad absoluta perjudica al consumidor".

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