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Una inmensa cárcel al aire libre

Como una inmensa "cárcel al aire libre" describió Srebrenica un trabajador de una organización humanitaria que tuvo acceso a este desgraciadamente mítico enclave de Bosnia oriental. Testigo de un histórico pulso, en marzo de 1993, entre el general francés Philippe Morillon, antiguo jefe de los cascos azules, y los militares serbios por la llegada de alimentos, Srebrenica ha estado protegida por apenas 200 soldados canadienses al servicio de la ONU. Morillon convirtió Srebrenica en una cuestión de honor y aguantó, entre el estoicismo y la indignación, que los serbios autorizaran la entrada del convoy. Encaramado en un vehículo blindado, el general francés entró en Srebrenica y prometió que el mundo no se olvidaría de sus 50.000 habitantes.Este enclave, a orillas del río Drina, contaba con apenas 10.000 vecinos antes de la guerra, pero el éxodo de refugiados musulmanes que huían de las ofensivas serbias subrayó el calificativo de "cárcel al aire libre". Al compás del conflicto los serbios han estrechado el cerco y han obstaculizado incluso el relevo de los cascos azules desplegados en Srebrenica. Las infrahumanas condiciones sanitarias han originado brotes de epidemias y los escasísimas periodistas que han logrado visitar el enclave ofrecieron escalofriantes relatos de desnutrición, frío y bombas.

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