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LA AMENAZA DEL FUEGO SOBRE EL ESCENARIO

Tres de cada cuatro teatros suspenden en seguridad

En 11 de los 31 locales, espectadores o actores tendrían dificultades en salir en caso de incendio

Ana Alfageme

ANA ALFAGEME Sólo siete teatros, de los 31 que hay en la ciudad de Madrid, satisfacen por completo a los inspectores del Ayuntamiento que velan por la seguridad de espectadores y actores. Todas estas salas han obtenido el tan preciado "informe favorable" de Protección Civil del municipio, que garantiza que el escenario es un bastión ante el fuego, teniendo en cuenta que un teatro es una golosina para las llamas. Tal calificación la obtienen en mayor grado las salas pequeñas, las alternativas (tres de los siete sobresalientes recaen en este tipo de escenarios). El resto de los teatros, 24, salió menos, airoso de las visitas -generalmente anuales- de los inspectores. En 11 de ellos, espectadores o actores tendrían algún problema para salir del edificio en caso de incendio.

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Hay tres salas alternativas premiadas con el informe favorable: Triángulo, Pradillo y el Teatro de Cámara. De esta manera, las ocho salas así consideradas -se llama salas alternativas a pequeños locales que acogen teatro experimental con producciones de pequeño formato- salen mucho más airosas que sus hermanas mayores. Entre los teatros grandes (23) se salvan el Marquina, el municipal Teatro de Madrid -que se privatizará el 1 de marzo-, la sala infantil San Pol y el Centro Dramático Nacional. Este teatro, ubicado en el María Guerrero, tiene, según Protección Civil, un informe favorable sobre el proyecto de unas obras que ahora deben ser revisadas. El Marquina ya tenía el beneplácito en 199 1. Los inspectores municipales intentaron ratificar la situación en enero de este año, pero nadie se presentó a la cita acordada.Una de la salas que prácticamente tiene el visto bueno de los funcionarios es la Cuarta Pared, un antiguo lavadero de coches que el concejal de la Junta de Arganzuela, Clemente Torres, pretendió clausurar a finales de 1993 por motivos de seguridad. El pasado 14 de enero los inspectores ratificaban que las carencias que se habían visto en noviembre de 1993 estaban en trance de desaparecer, "manteniéndose", recalcaban, "las óptimas condiciones de evacuación del local".

Alfonso Pindado, el director de la Coordinadora Madrileña de Salas Alternativas (a la que se asocian seis de estos locales: El Canto de la Cabra, Teatro Estudio, Pradillo, Triángulo, Cuarta Pared y Ensayo 100), ve una razón en que estos recintos sean más seguros: "La media de público en salas como las nuestras -él está al frente de Triángulo- es de cien espectadores, con lo que la evacuación es muy sencilla. Además, en ninguna de ellas hay telón".

Encerrar el fuego

Hay tres teatros cuya situación no ha aclarado Protección Civil, después de tres días de continuas llamadas: el Real Cinema (unos minicines con sala de teatro), el Teatro Estudio y el Canto de la Cabra, ambas salas alternativas. En El Canto de la Cabra, por ejemplo, aseguran que tenían ya el beneplácito de Protección Civil cuando abrieron, hace casi tres años.

Los 21 teatros restantes tienen fallos de mayor o menor importancia según la última inspección; en este recuento están incluidos siete teatros públicos u ocupados permanentemente por una compañía pública.

Los fallos que reflejan los inspectores son más o menos transcendentes para la seguridad de los espectadores y del bien cultural que es el teatro. A José Paz, el jefe de inspecciones de Protección Civil-, le preocupan dos cosas ante un posible incendio: que el edificio sea fácil de evacuar y que cada una de las zonas del edificio sea estanca: es decir, que si se declara un incendio en el escenario -es entre bambalinas donde el peligro de fuego es mayor, entre otras cosas por la altura que alcanza el área del escenario (que suele ser de madera) o el polvo que se acumula entre los peines o los cortinajes- la sala tenga la capacidad de encerrarle. A un tiempo, que el público salga rápidamente y sin peligro. El arquitecto especializado en teatro Miguel Verdú destaca lo mismo: "Aunque hay muchos datos que no se conocen, da la impresión de que el Liceo, si hubiera estado compartimentado, no se hubiera destruido así". Paz considera menos grave que los recursos antiincendios del propio teatro -extintores o bocas de incendio- funcionen: "En situación de emergencia está demostrado que no se usan".

Al ingeniero Miguel ÁngelRubio -asesor de varios locales teatrales en seguridad- le preocupa más el asunto de la evacuación. Es una pena que se pierda, como en el caso del Liceo, una fábrica de cultura; pero lo más trágico es que quede un montón de muertos atrapados entre los escombros.

Pues bien, en 11 de los teatros con fallos, el espectador o el actor tendrían algún problema en salir en caso de incendio, según han observado los inspectores en sus visitas. Algunos de estos casos se señalan a continuación..

El montaje Fuenteovejuna, que la Compañía Nacional de Teatro Clásico representa estos días en el teatro de la Comedia, ha preocupado especialmente a José Paz, el responsable de inspecciones del Ayuntamiento. El funcionario barajaba una posible orden de cierre y explicaba las razones: el montaje avanza el escenario por el pasillo central, de tal manera que los espectadores sentados junto al pasillo no podrían utilizar esa salida. Una gran antorcha se pasea en escena, algo que necesita un permiso especial según la nueva norma municipal contra incendios. Incluso un músico actúa desde una jaula suspendida sobre el escenario. El Ayuntamiento ordenó, al inspeccionar la sala, retirar una fila de butacas para liberar el pasillo, tal como ha ratificado el dueño del teatro, Tirso Escudero. La representación del pasado jueves se hizo aún con el público tocando el pasillo artificial. A varias alumnas del colegio Kensington de Pozuelo no les impresionó lo más mínimo la representación: "No pensamos en salir, la verdad'', aseguraba una muchacha de melena rubia rodeada de amigas. Ni a Salva, un sociólogo más ocupado al acabar la función de discutir el contenido de la obra con su grupo. "Yo no me he sentido agobiado", comentaba. Menos de 24 horas después, el empresario Escudero anunciaba que la función del viernes se celebraría sin las butacas al lado del pasillo falso.

Otro de los teatros con problemas es el Alcázar. Los inspectores propusieron incluso sanciones en su informe del 24 de mayo de 1993, después de hallar siete fallos: lo más grave -y que aún se encuentra en estudio, según fuentes del teatro, por dificultades técnicas- es que uno de los pasillos de evacuación del público está comunicado con el escenario y la zona de camerinos. Eso significa que, en caso de incendio del escenario, por ejemplo, el tropel de espectadores que abandonaría el patio de butacas por allí se toparía con el humo que llega del escenario. La solución es aislar todas las zonas. El resto de los fallos ha sido subsanado.

Otra de las salas que merecía, para los inspectores, una sanción -aunque el concejal del área, Carlos López Collado, no ha firmado ninguna importante- es el Nuevo Apolo, donde se representa el musical Los miserables. Los funcionarios, que visitaron el teatro dos veces en 1993 (la última, en septiembre), observaron 15 anomalías. Las más relevantes -las que se refieren a la evacuación- estribaban en que la separación entre las butacas del anfiteatro no es la suficiente para que el público pueda marcharse sin agobios. EL PMS intentó, sin éxito, contactar con los responsables del teatro.

29 fallos

El teatro Infanta Isabel mereció la lista más larga de fallos -29 para ser exactos- en la inspección de marzo de 1993. El empresario, Luis Salinas, asegura que lleva gastados más de cuarenta millones en arreglos. Las salidas de emergencia se ven mejor, y se han retirado butacas para que haya más sitio por el que el público pueda huir. "Pero una cosa no tiene arreglo", dice Salinas, "la salida de emergencia del escenario independiente del público es imposible, porque el teatro está hecho así". Ejemplos como éste ilustran el diagnóstico del arquitecto de teatros Miguel Verdú sobre el estado de las salas : "Malo". De ello culpa a- la antigüedad de los edificios.

El Teatro Bellas Artes -cuyos responsables no se han puesto en contacto con EL PAÍS tras varios mensajes- lucha, por ejemplo, con tener el escenario hundido un par de pisos bajo tierra. El informe de Protección Civil de marzo de 1993 reseñaba que la sala de butacas no tiene una salida de emergencia distinta a del acceso habitual al sótano.

En el teatro Albéniz -dependiente de la Comunidad- los inspectores hallaron una docena de carencias en abril de 1993, entre ellos una que hace peligrar la evacuación desde el escenario. La directora, Teresa Vico, asegura que en verano se atajarán los fallos y cuenta que el sistema de detección de incendios es tan delicado que se les ha inundado el escenario tres veces.

El Albéniz tiene un problema adicional: el pasado jueves, 10 coches -entre ellos uno del Cuerpo Nacional de Policía taponaban la puertas acristaladas del teatro pese a la prohibición de aparcar. Ese día, al concluir la función -en la que Els Joglars quemaban un imaginario teatro Nacional- un millar de personas sorteaba a duras penas los coches. Entre ellas, dos mujeres, madre e hija. "Te fijas en las salidas cuando ves, como hoy, que el teatro está lleno a rebosar", comentaba la hija, que suele acompañar a la madre al teatro. "Sí", respondía ésta, "porque suelen estar medio vacíos".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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