La bomba se esconde entre bambalinas
Cada teatro esconde en sus entrañas una auténtica bomba incendiaria, dicen los expertos. Por ello hay que vigilar especialmente el control del fuego. El punto flaco de un teatro está entre bambalinas, escondido en los decorados de tela, los cortinajes y el atrezzo. Cuanto más viejos son, más inflamables. "Además", asegura José Paz, el responsable de inspecciones del Ayuntamiento de Madrid, "entre todas estas cosas se acumula mucho polvo, que consiste, básicamente, en material orgánico", lo que quiere decir que le falta el canto de un duro para incendiarse, según Paz.Todo ello convierte a la zona del escenario, con sus peines de madera, las cuerdas que sostienen las bambalinas, el foso que se hunde bajo el entarimado, en un polvorín que, además, varía con cada montaje. El asesor en seguridad Miguel Ángel Rubio cree que habría que replantear el sistema antiincendios con cada obra que se representa en el teatro. "E incluso encargar a algún empleado la vigilancia permanente de los dispositivos", añade.
Una ordenanza
La modernidad ha servido para ofrecer una gama de materiales y telas poco o nada combustibles, por un lado, y para considerar cada parte del teatro -camerinos, almacenes, zona de público y escenarios como un área independiente- que encerrará el fuego entre sus paredes.
Así se evita que todo el local se pierda aunque la evacuación del público se garantice. Ello ocurrió en el incendio del Liceo. Las llamas, independientemente de su origen, no se pudieron confinar y destruyeron dos zonas que, con el planteamiento moderno, deben estar absolutamente separadas: el escenario por un lado y el patio de butacas por otro.
La nueva ordenanza contra incendios del Ayuntamiento de Madrid, en vigor desde los primeros días de septiembre, contribuye a atar más los cabos de la seguridad. El arquitecto especialista en teatros Miguel Verdú alaba esta norma y destaca, por ejemplo, la obligatoriedad de poner una chimenea en el cielo del escenario. "Quizá el Liceo", dice Verdú, "no se hubiese arrasado así si el calor hubiera tenido un escape por arriba. La cubierta hubiera quedado reducida a un montón de cenizas, y nada más".
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