Una suerte vinculada a la salida de la crisis

El Gobierno vincula su suerte política a la evolución de la crisis económica. La gran apuesta del Ejecutivo es conseguir que en el plazo de un año la sociedad perciba el final de la crisis con la generación de empleo.En caso contrario, las posibilidades de continuar más allá de las elecciones municipales y autonómicas de la primavera de 1995 serían contadas. "Es ése el principal obstáculo que tenemos que saltar en la carrera de vallas que vamos teniendo por delante", señalan fuentes gubernamentales.

Mientras tanto, el entorno presidencial se encuentra relativamente satisfecho por la labor realizada en los ocho meses que lleva funcionando este Gobierno. En este periodo ha conseguido asegurarse una mayoría parlamentaria con los nacionalistas catalanes pese a los sobresaltos.

El escollo principal en la política de alianzas ha sido precisamente la imagen, no haber conseguido superar la opinión extendida por la oposición de que los pactos con CIU conllevaban contrapartidas de calado y llegaban a afectar a la unidad territorial.

Otro de los éxitos recientes del Gobierno es haber conseguido, sólo dos semanas después de la huelga general, que se haya difuminado su efecto en la opinión pública. La estrategia de no confrontación con los sindicatos, diseñada por la Presidencia, ha tenido su efecto. El éxito se valora todavía más en la medida en que el Ejecutivo ha tenido que adoptar en los últimos meses un rosario de medidas "impopulares y necesarias", como la reforma laboral o la congelación salarial de funcionarios.

Las tareas legislativas, medidas sectoriales, como el importante paquete sanitario y el doble impulso -democrático y autonómico- completan una actividad gubernamental de "ritmo alto" en este periodo, superior al de la legislatura anterior, según la valoración del propio Gobierno.