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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La supereficacia del alcalde

Me considero una ciudadana cívica y solidaria. Creo que es deber de todos hacer que el civismo sea posible en esta cada vez más caótica ciudad de Madrid.El día 24 de enero, tras una dura jornada de trabajo, aparqué mi coche -sin molestar a otros, al tráfico ni a los peatones- cerca de una esquina (a cinco-siete metros) de la calle de Ayala con Conde de Peñalver. Tras hacer la compra, entre otras cosas 12 litros de leche, me dispongo a dejarlos en el coche cuando veo que éste ha desaparecido, o, mejor dicho, me lo han cambiado por otro, al tiempo que había una grúa llevándose otro coche enfrente por estar en un prohibido por carga y descarga.

Cargada con los 12 litros de leche y el resto de la compra, eché a andar hasta encontrar un taxi que me llevara al depósito de la grúa, donde me exigieron el pago al instante de 18.860 pesetas. Las tres personas que estábamos allí convinimos en que esto, como poco, era un atraco, porque además no había otra posibilidad de recuperar el coche (pago fraccionado... ). Lo cierto es que no hacemos nada para que esto sea de otra manera.

Yendo a buscar un taxi, y luego durante el viaje en él, observé cómo en la misma calle donde me habían robado mi coche, a partir de Príncipe de Vergara, sólo se podían ver coches en doble fila. Desde el taxi vi, por las calles que pasaba, el mismo panorama. Al ir ya hacia mi casa, lo mismo, Francisco de Rojas, Covarrubias, Santa Engracia, Alonso Martínez... ¡Y ni una esquina libre! Por no hablar de Conde de Peñalver, siempre con una larga fila de coches en el carril bus.

A esto hay que añadir al menos: los atascos, cuando te pilla un camión de la basura en, por ejemplo, la calle de Hortaleza, cuando a la Policía Municipal se le antoja cruzar su coche en una calle para ver qué venden dos inmigrantes en un puestecito de tabaco, con toda su parsimonia y formando un atasco de mil demonios, etcétera.

En fin, señor alcalde, considero que he pagado todos estos años el impuesto municipal de vehículos para nada, y desde luego que, con el robo del cual he sido víctima hoy, sin justificación alguna, ya he pagado al menos los próximos nueve años, pero además sin obtener nada a cambio. ¡Viva la eficacia!-

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