"¿Hosokawa? Hace lo que puede"
Los japoneses cuestionan la habilidad de su primer ministro para capear la crisis de gobierno que le amenaza
Es casi mediodía en Tokio y hace poco más de tres horas que los acomodadores del metro de Shibuya cumplieron con su benemérita misión en horas punta: empujar hacia dentro, a la brava, a los pasajeros atrapados por las compuertas automáticas de los trenes en posición de salida. "¿Hosokawa? Hace lo que puede". Yasuyuki Seki, uno de los miles de japoneses alineados en los andenes, no parece muy interesado en analizar el dilema de un primer ministro amenazado por una seria crisis de gobierno pocos días antes del viaje que ayer inició a Estados Unidos._Morihiro Hosokawa, de 56 años, el gobernante más comprometido con la modernización de Japón desde el final de la II Guerra Mundial, logró hace cuatro semanas la aprobación parlamentaria de la primera andanada contra la corrupción, pero sufrió después una rebelión poderosa e intransigente en el seno de la coalición en el Ejecutivo. Los socialistas, principal partido entre los siete coligados hace casi seis meses, habían aceptado a regañadientes las enmiendas a la reforma política exigidas por la oposición conservadora, pero se plantaron ante el anuncio de Hosokawa de aumentar el impuesto, sobre bienes y servicios del 3% a 17%. "Sólo beneficia a los más ricos", clamaron.
Yasuyuki Seki es un administrativo de 41 años, de atuendo, pulcritud y silencio compartidos por el grueso de los ciudadanos que esperan su turno en las plataformas ferroviarias del vertiginoso barrio capitalino. "Hosokawa lo tiene muy difícil. No creo que la coalición ni las reformas aprobadas logren acabar con la corrupción en nuestro país", piensa.
Pérdida de popularidad
Las grandes cadenas de televisión y periódicos nacionales coinciden en destacar que la gran popularidad del distinguido jefe de filas, imbatible en las pasadas encuestas, acusa su precipitación en algunas decisiones importantes. Del 74% hace dos semanas ha bajado al 50% en la valoración del público. Y muchos analistas han comenzado a cuestionar su habilidad al frente del Ejecutivo y la destreza en el trato con los socialistas, aliados imprescindibles.Hosokawa, en una iniciativa por sorpresa cuyo objetivo nunca se entendió bien, anunció una madrugada el polémico nuevo impuesto del bienestar" destinado a financiar una desgravación sobre la renta de 50.000 millones de dólares (7,1 billones de pesetas). La inmediata reacción de los socialistas fue amenazar con retirar del Gabinete a sus seis ministros y dejar al Ejecutivo en minoría parlamentaria. "No consultó a nadie. Todavía conserva poses de su pasado aristocrático. Fue una actuación feudal", denunciaba un columnista'
Otro advertía que viaja a EEUU como primer ministro de una coalición "que amenaza con romperse cada vez que se discuten asuntos serios". Y algunos periódicos han abierto fuego contra la línea de flotación del gobernante. "La familia del primer ministro, Morihiro Hosokawa, recibió mil millones de yenes del principal implicado en el escándalo de Sagawa Kyubin" decía ayer The Japan Times.
Masako Kato es una japonesa de 25 años, que le tiene simpatía y le votó en las pasadas elecciones generales. Espera taxi frente a la puerta de Mister Shop. El hombre exclusivo, una tienda cuyos precios invitan a la demolición del local y apresamiento de sus propietarios. El perfil de la joven encaja con el de otros muchos japoneses de su generación a quienes los 38 años de dominación liberal les distanció de la participación política. "Ya se arreglarán" dice en un sabio análisis de la situación. ¿Y la reforma?. "No sé muy bien en qué consiste, pero estoy segura de que la han hecho pensando en ellos. Los políticos nunca hacen nada que les vaya a perjudicar".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.