Fervores morentianos
Morente se encuentra ya en ese momento mágico del artista que promueve fervores apasionados. Por lo menos en Madrid. El Alcalá Palace parecía el metro en hora punta. Vino gente de Almería, de Granada, de Córdoba, de muchos otros lugares.Montó para esta ocasión un concierto complejo, con mucha gente en el escenario. No en la primera parte, en que se quedó solo con el maestro Juan Habichuela, cuya guitarra sonó siempre de ensueño, cálida y suntuosa a la vez, en un entrañable diálogo con el cantaor. Aquí Morente se entregó a un recorrido por palos del mayor respeto: la caña, la taranta, la soleá, la malagueña, la siguiriya.
Como intelectualiza tanto el cante, en ocasiones es inevitable que transmita una cierta sensación de frialdad, de distanciamiento. Otras, en cambio, se rompió en vuelcos de jondura, de emoción ingobernable.
Concierto de Enrique Morente
Guitarras: Juan Habichuela, Pepe Habichuela, Paquete Porrina, Montoyita. Percusión: Tino di Geraldo. Baile: Manuela Heredia, La Globo. Cante: Ángel Gabarre y coro de voces femeninas. Teatro Alcalá Palace. 4 de febrero.
Rizar el rizo
Hubo cosas, sin embargo, que no acabaron de convencerme: cuando Morente se empeña en rizar el rizo de lo morentiano, se detiene en un melisma y hace con él casi escalas de bel canto; o parte un tercio con un brusco parón. Porque el flamenco es un arte si se quiere demasiado primario -aunque haya llegado a hoy dulcificado por los profesionales- que difícilmente admite ciertos alambicamientos.La segunda parte, ya con todo el personal y Pepe Habichuela gobernando el aparato musical, fue un puro gozo de ritmo y compás, de extraversión comunicativa. Morente los canta también a su aire, pues difícilmente hará ya algo que nos suene a convencional, pero son estilos que consienten mayores libertades. Las voces femeninas gitanas pusieron unas notas de brillantez y de encanto muy oportunas y las bailaoras sus pinceladas hermosas aunque discretas, exclusivamente de adorno al cante. Lástima que a este cante / baile, de bulería por soleá, que Morente hizo magistralmente, le pusiera un remate efectista, impropio de este cantaor
Una mención especial para el Kyrye que hizo con el único acompañamiento de las voces, una verdadera belleza. Impresionante, original, claro ejemplo de lo que Morente puede conseguir cuando acierta en su búsqueda permanente de nuevos cauces para la expresión flamenca.
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