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Versos sagrados, bordados malditos

Chanel destruye unos modelos donde puso por error fragmentos del Corán

Todo iba muy bien en el desfile parisiense de Chanel del pasado día 15, donde se mostraban las propuestas de la tradicional casa de París para la próxima colección de primavera-verano.En la pasarela, como viene siendo habitual desde hace algunos años, y surgidos una vez más de la mano rococó de Karl Lagerfeld, abundaba la seda oscura y el bordado en oro. Pero, entonces, autoridades musulmanas de Indonesia, que saben leer en árabe, protestaron inmediatamente: los relucientes brocados que lucía la modelo alemana Claudia Schiffer -para ser más exactos, sobre unos más que crecidos, ceñidos y turgentes senos- eran versos del Corán y no un poema de amor en memoria de una maharaní, como creyó en un principio el modista.

Sin encomendarse a nadie -ni solicitar una somera traducción de primera mano-, Lagerfeld enarboló el abanico de la inspiración y puso lo que a sus ojos eran útiles arabescos abstractos y decorativos. Una cosa es que esos mismos versos aparezcan como lectura sagrada en los azulejos de las mezquitas y otra que reposen sobre la piel de una mujer.

Cundió el pánico, y Chanel, haciendo gala de fax y de su poder multinacional, mandó a sus filiales en todo el mundo un escueto aunque lacrimoso comunicado, intentando aclarar las cosas y jurando que destruirá los diseños, los trajes, los negativos de las fotos oficiales de promoción y que borrará toda memoria posible de los lujosos - y ya malditos- atuendos de fiesta.

La casa Chanel se ha puesto de hinojos ante la comunidad musulmana internacional, con un miedo atoroz que hace oír un castañeteo de dientes ante una reacción virulenta de los fundamentalistas islámicos.

El último lloro de Chanel es un inútil llamamiento mundial a los fotógrafos y reporteros que estaban allí la fatídica tarde de autos para que también destruyan sus diapositivas y cintas de vídeo, pero más de uno hará un pequeño agosto, y las máquinas de las agencias seguían vomitando ayer las instantáneas de la bellísima modelo con mitones de organza y una media sonrisa que sería inocente si no portara lo que porta.

Los, indonesios protestaron ante el Gobierno alemán por el origen del diseñador, y el presidente de los ulemas indonesios, Hasan Basri, ha convocado al boicoteo de la firma y del famoso costurero. Indonesia, con 185 millones de habitantes, es el país con mayor comunidad de confesión islámica de todo el mundo, que llega al 88% de la población.

En París, sin embargo, flotan en el aire algunas satánicas preguntas: ¿es tan ignorante como parece Karl Lagerfeld, a pesar de que coleccione incómodos muebles de Memphis? Con tanto emigrante árabe como hay en París, ¿no encontró a nadie que le echara una mano amiga y le advirtiera del peligro de desatar las iras del islam? ¿Han sido realmente destruidos todos los vestidos, o algún fetichista de lujo se guardará alguno como recuerdo? ¿No se convertirá la pieza en un codiciado objeto de colección prohibida? ¿Necesita la alta costura -hoy de capa caída-de estos sustos publicitarios?

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