'La fiesta va a depender de la televisión'
José Barceló, 50 años de empresario, augura un futuro incierto al espectáculo taurino
José Barceló acaba de cumplir cincuenta años de actividad empresarial taurina -31 como presidente de los organizadores de espectáculos taurinos- y le hubiese gustado celebrarlo sin preocupación alguna por la fiesta. Sin embargo la realidad es otra. Está convencido de que la televisión va a marcar su futuro, y este se presenta incierto, ya que no hay elementos de juicio para saber si será positivo o negativo. Desde sus orígenes, los estamentos del toreo marcaban su propio rumbo, pero esta situación ha concluido con la masiva retransmisión televisada de las corridas. Una nueva etapa empieza en la fiesta de los toros.La época dorada del toreo moderno, que Barceló encuadra en la década de los años 40, es difícil que vuelva a repetirse, según su opinión. Una figura carismática como Manolete es impensable ahora. "Su personalidad es irrepetible", dice Barceló, "entre otras razones porque ha desaparecido la torería, que fue consustancial a los diestros en toda la historia de la fiesta".
José Barceló relata sus 50 años de actividad empresarial a través de múltiples anécdotas, que reflejan muy ajustadamente los valores y las circunstancias del mundo taurino. Y recuerda "la corrida inmortal" como el acontecimiento señero de esta larga etapa: "Fue en mayo de 1944 y lo protagonizaron Manolete, Arruza y Parrita con una corrida de Galache en la plaza de Valencia. Los toreros cortaron 12 orejas, cinco rabos y tres patas. Y media hora después de la corrida, el público aún permanecía en los tendidos, presa del asombro".
Los toros no tuvieron trapío aquella tarde. Así cualquiera -se dirá- Pero Barceló hace una precisión importante: "Ninguno pasó de los 420 kilos, en efecto. Ahora bien, al contrario de lo que sucede últimamente, recibían tres puyazos de aquellos famosos El Pimpi y Atienza, que hundían hasta el palo; los matadores ejecutaban los tres quites, y a pesar de la dureza de la lidia ni se caían ni paraban de embestir. El espectáculo ha cambiado mucho. Podríamos decir que la estética ha sustituido a la ética. Las corridas transcurrían entonces con mayor emoción. Y si el torero se sentía inspirado, el espectáculo alcanzaba la categoría de grandioso".
Quizá por esto los toreros actuales no alcanzan la enorme popularidad de sus antepasados, a pesar de que no había los poderosos medios de comunicación ni las técnicas de promoción de imagen con que cuentan ahora. Barceló vuelve a la referencia de Manolete: "La empresa de la plaza de Valencia invitó a Manolete y Arruza a una paella en el propio coso. Durante la comida preguntaron si algún cine ponía el No-Do donde aparecían su actuaciones en la Liria de Sevilla, les dije que sí y acordamos ir a verlo. Nuestra sorpresa fue que, al salir a la calle, había una multitud esperándolos. Lo menos serían 3.000 personas, que nos siguieron hasta el cine. A pesar de que entramos con la película empezada y sin darnos a conocer, de repente se paró la proyección y apareció en la pantalla una nota que decía: "La empresa tiene el honor de saludar a Manolete y Arruza que se encuentran en la sala".
José Barceló tenía 22 años cuando empezó a trabajar en la empresa Alegre y Puchades que administraba la plaza de Valencia. Poco después ya formaba parte de la razón social y al año siguiente se hacían empresarios de la plaza de Murcia, en la que ha seguido Barceló hasta la fecha. También llevó la plaza de Benidorm desde su inauguración. Más de 20 años fue empresario de Valencia, a donde ha regresado en calidad de gerente, asociado con Emilio Miranda. Y preside la asociación de empresarios, que tiene en su oratoria brillantísima, su habilidad negociadora, su talante conciliador y su experiencia, la mejor garantía para solucionar los problemas del sector, que afectan a múltiples aspectos del espectáculo taurino.
Don Camilo y los toros
"El reglamento de 1962" recuerda Barceló, "exigía que en todas las plazas hubiese básculas de pesaje. Esto era prohibitivo para las de tercera categoría y se lo expuse al Director General de Seguridad. Lo entendió, telefoneó a Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación, para comunicarle que los toros no se podrían pesar en las plazas de tercera, y este le respondió: "¡Pues que los pesen en la farmacia!". El temperamento de Alonso Vega tenía fama de temible y José Barceló lo confirma: "Su trato era cordial, pero convenía ir con cuidado. Una vez fuimos a exponerle un problema de la plaza de San Feliú de Guixols y en un momento dado el empresario exclamó: "¡No hay autoridad ni hay vergüenza!'. Don Camilo dio un respingo y nos echó tal mirada que pusimos pies en polvorosa".José Barceló asegura que el negocio taurino se ha complicado y encarecido muchísimo: "Hace apenas 10 años cubríamos el presupuesto de una corrida con la mitad del aforo y ahora hacen falta tres cuartos. Y luego está la televisión, que paga cantidades desorbitadas por retransmitir corridas pues las compensa con la publicidad. Me preocupa que puedan darse festejos sin calidad y con los tendidos vacíos, según ha ocurrido. Pues quiere decir que el arte y la emoción de la lidia no importan tanto como los intereses comerciales ajenos al espectáculo. Cuál vaya a ser su futuro bajo semejantes supuestos, es imprevisible. Ojala venga una época de prosperidad, y lo celebraré. Pero lamentaría que fuera a costa de la autenticidad de la fiesta.
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